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• Provocar el miedo<br />
Para inspirar miedo al espectador, no basta con pre<strong>se</strong>ntar a personajes objetivamente<br />
en situación de peligro; es necesario hacerle partícipe de e<strong>se</strong> <strong>se</strong>ntimiento de peligro.<br />
Este es el motivo por el que, en los <strong>guion</strong>es de este tipo, <strong>se</strong> utilice a menudo <strong>un</strong><br />
personaje que tenga miedo constantemente y cuya f<strong>un</strong>ción <strong>se</strong>a ésta para, a través de<br />
él, hacér<strong>se</strong>lo <strong>se</strong>ntir, por contagio, al espectador. Es el papel de Jo, el bandido asustado<br />
interpretado por Charles Vanel en El salario del miedo de Clouzot. Es también la<br />
f<strong>un</strong>ción de <strong>un</strong> personaje de Alien de Ridley Scott: la astronauta temorosa interpretada<br />
por Verónica Cartwright no tiene otra f<strong>un</strong>ción en el relato que la de transmitir el miedo<br />
que siente, y que manifiesta sin cesar (gritos, palidez mortal, fra<strong>se</strong>s en que expresa su<br />
convicción de que todos están condenados).<br />
3. PIEDAD<br />
Según Aristóteles (Poética), la piedad (éléos) es con el temor <strong>un</strong>o de los dos efectos<br />
que la tragedia debe crear en las almas de los espectadores para purgarlos de «tales<br />
pasiones».<br />
De nuestras cuatro películas, Sansho es, como melodrama, la que más <strong>se</strong> basa en la<br />
piedad <strong>se</strong>ntida ante las desgracias de los héroes. Se ob<strong>se</strong>rvará el cuidado y el rigor con<br />
los que Mizoguchi y su <strong>guion</strong>ista Yoda recuerdan continuamente la crueldad de la vida<br />
de esclavo, y no nos deja creer ni <strong>un</strong> instante que es soportable. Así, en la escena 11,<br />
cuando Anju recibe a <strong>un</strong>a nueva esclava recién llegada y le informa sobre cómo<br />
manejar <strong>un</strong>a rueca, nos podríamos dejar engañar por el lado «poético» y casi<br />
tranquilizador de esta escena de hilanderas en <strong>un</strong>a apacible cabana. Pero los autores,<br />
mediante <strong>un</strong>a réplica de la vieja Namiji, que <strong>se</strong> queja: «No dejamos de trabajar hasta<br />
la muerte», no nos permiten olvidar que este trabajo <strong>se</strong> ejecuta con <strong>un</strong> ritmo infernal.<br />
• La piedad que nos inspira la suerte de <strong>un</strong> personaje es proporcional a nuestro grado<br />
de familiaridad con él.<br />
Es la cruel ley dramática: <strong>un</strong> personaje que no significa nada para nosotros y cuya vida<br />
personal nos es desconocida puede padecer la muerte o el sufrimiento sin conmover al<br />
espectador (es el caso, en Tener y no tener, del pobre Johnson, al que los autores del<br />
film han evitado «personalizar» demasiado), mientras que otro personaje cuyas<br />
facetas humanas son más conocidas, puede ver<strong>se</strong> tan sólo herido, insultado,<br />
contrariado: estamos con él de todo corazón.<br />
El Intendente Sansho pre<strong>se</strong>nta dos escenas en las que son marcados con hierro dos<br />
esclavos fugitivos; <strong>un</strong>a vez por el malo de la historia, Sansho, la otra por el héroe,<br />
Zushio, quien en e<strong>se</strong> preciso momento, moralmente hablando, <strong>se</strong> encuentra en <strong>un</strong> mal<br />
paso.