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• Paralipsis<br />
La paralipsis es <strong>un</strong> caso particular de elipsis. Gérard Genette la define como <strong>un</strong><br />
procedimiento literario en su libro Figures III (93, 211-12):<br />
El tipo clásico de paralipsis (...) es, en el código de la fiscalización interna (es<br />
decir cuando <strong>se</strong> supone que el lector tiene acceso a los pensamientos del<br />
personaje) la omisión de tal acción o pensamiento importante del héroe focal,<br />
que ni el héroe ni el narrador pueden ignorar, pero que el narrador decide<br />
disimular al lector.<br />
Un caso muy conocido de paralipsis es, en Armance de Stendhal, la omisión de<br />
cualquier alusión al «problema» del protagonista, impotente <strong>se</strong>xual; o, en El crimen de<br />
Roger Ackroyd, de Agatha Christie, el hecho de que el narrador del enigma nos oculte<br />
hasta el final que él es el a<strong>se</strong>sino.<br />
Por extensión, <strong>se</strong> puede hablar de paralipsis en el cine, cuando <strong>un</strong> relato está<br />
concebido desde <strong>un</strong> p<strong>un</strong>to de vista de <strong>un</strong>o de los personajes o desde <strong>un</strong> p<strong>un</strong>to de vista<br />
«omnisciente», y <strong>se</strong> oculta algo de capital importancia al público. La noche del<br />
cazador, de Charles Laughton, pre<strong>se</strong>nta <strong>un</strong>a muy interesante.<br />
Al principio, el padre de John y de Pearl (el niño y la niña cuya odi<strong>se</strong>a cuenta el film),<br />
llega herido. Está muy inquieto porque no sabe dónde esconder <strong>un</strong>a fuerte suma de<br />
dinero que acaba de robar, y está a p<strong>un</strong>to de <strong>se</strong>r atrapado por la policía. De repente,<br />
<strong>se</strong> le ocurre <strong>un</strong> escondite, que confía a sus hijos. Ahí <strong>se</strong> sitúa la paralipsis: <strong>se</strong> elude el<br />
momento en el que el padre esconde el dinero, y la narración <strong>se</strong> reanuda algo más<br />
tarde, en el mismo lugar, cuando el padre hace jurar a sus hijos, antes de que <strong>se</strong> lo<br />
lleve la policía, que no revelarán n<strong>un</strong>ca el escondite.<br />
El relato <strong>se</strong> desarrolla a partir de e<strong>se</strong> momento, en torno a la búsqueda del dinero por<br />
el «Predicador», hombre perverso, interpretado por Robert Mitchum. La huida de los<br />
niños es contada, más o menos, desde su p<strong>un</strong>to de vista y, sin embargo, no<br />
conoceremos el escondite hasta el final, al mismo tiempo que el Predicador. John,<br />
incapaz de guardar más tiempo el <strong>se</strong>creto, lo grita a Mitchum, que acaba de <strong>se</strong>r<br />
detenido: el dinero <strong>se</strong> encuentra en el cuerpo de la muñeca de Pearl, arrastrada por los<br />
niños a lo largo de toda su odi<strong>se</strong>a. Aquí, el espectador puede dar<strong>se</strong> cuenta de que <strong>se</strong> le<br />
ha ocultado algo: la elisión es designada, visible como «agujero» en la continuidad del<br />
relato. En otros casos, <strong>se</strong> intenta hacer creer al espectador que está pre<strong>se</strong>nciando la<br />
continuidad temporal o la totalidad visible del acontecimiento, mientras que <strong>se</strong> elude<br />
<strong>un</strong> detalle importante (<strong>un</strong> gesto en tal momento, <strong>un</strong> objeto o <strong>un</strong>a inscripción en tal<br />
sitio no visible del decorado) del que el público todavía no puede sospechar la<br />
existencia: es el caso de Crimen perfecto, de Hitchcock, en cuanto al detalle de la llave<br />
colocada debajo de la alfombra de la escalera.<br />
5. SUSPENSE/SORPRESA