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general, <strong>se</strong> buscaban las circ<strong>un</strong>stancias»(96). Por el contrario, dice (47), «No hay que<br />
dar espíritu a los personajes, sino saberlos situar en circ<strong>un</strong>stancias que <strong>se</strong> lo den».<br />
Herman (30) formula así este dilema clásico: «Plot vs Character», la intriga contra el<br />
personaje. A su parecer, los films americanos son más bien films de «plot» y los films<br />
europeos más bien films de «character». Al contrario de Vale, piensa que ahí <strong>se</strong><br />
encuentra «el dilema al que <strong>se</strong> ve constantemente enfrentado el <strong>guion</strong>ista». Con<br />
mucha acción, los personajes tienden a convertir<strong>se</strong> en marionetas y, con gran sutileza<br />
psicológica (dicen alg<strong>un</strong>os), la acción <strong>se</strong> reduce y pierde su importancia. Lo ideal <strong>se</strong>ría<br />
combinar y <strong>un</strong>ir carácter y acción, lo cual es mucho más fácil de postular en abstracto<br />
que de llevar a al práctica.<br />
Hitchcock a<strong>se</strong>gura, en sus diálogos con Truffaut, haber<strong>se</strong> enfrentado con este<br />
problema muchas veces:<br />
Intento corregir el gran p<strong>un</strong>to flaco de mi trabajo que reside en la poca<br />
consistencia de los personajes en el interior del suspen<strong>se</strong> (...) Me es muy difícil,<br />
pues cuando trabajo con personajes fuertes, ellos me conducen hacia donde<br />
ellos quieren ir. Entonces, me siento como aquella vieja a la que los jóvenes<br />
boys-scouts quieren obligar a cruzar la calle: no quiero obedecer. (Hitchcock-<br />
Truffaut, 271).<br />
Y cuando en 1972, Truffaut le volvía a hacer la misma preg<strong>un</strong>ta: «¿Prefiere usted <strong>un</strong><br />
guión con situaciones fuertes y caracteres no muy prof<strong>un</strong>dos, o lo contrario?», él<br />
contestaba: «Prefiero situaciones fuertes. Es más fácil visualizarlas. Para estudiar <strong>un</strong><br />
carácter, <strong>se</strong> necesitan demasiadas palabras» (ídem, 288). Para Hitchcock, la<br />
alternativa es, pues, inevitable, y pide que <strong>se</strong> elija su campo.<br />
Vale (141) pretende, por su parte, que no haya alternativa «caracterización o acción.<br />
Ambas están relacionadas de modo indisoluble». También dice (114):<br />
Hay que tener pre<strong>se</strong>nte la correlación y la interrelación entre el personaje y la<br />
acción (...) El <strong>guion</strong>ista no debe imaginar por <strong>se</strong>parado, los acontecimientos que<br />
forman la historia por <strong>un</strong> lado y, por otro, los caracteres de los personajes.<br />
Lo cual es cierto para los dramas y las comedias psicológicas, pero no tanto para las<br />
películas basadas en <strong>un</strong>a multiplicación de peripecias, y en las que la eficacia<br />
dramática impone que <strong>se</strong> dote a los personajes de reacciones simples y someras:<br />
proteger<strong>se</strong> contra <strong>un</strong> peligro, alegrar<strong>se</strong> de <strong>un</strong> éxito, etc.<br />
Field sugiere, a partir de este mismo problema, dos modos de proceder: o bien crear<br />
primero la idea del guión y definir a los personajes a posteriori, para animar y encarnar<br />
estas ideas; o bien crear primero <strong>un</strong> personaje y, a partir de él, inventar la acción que<br />
le dará a conocer. Seguimos sin salir de la alternativa: guión de situación/ guión de<br />
carácter.