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• Conflicto social en las películas socialistas<br />
El problema de utilización de los conflictos sociales como resorte dramático <strong>se</strong> plantea<br />
en las películas realizadas en los paí<strong>se</strong>s socialistas, en tanto en cuanto la acción ya no<br />
<strong>se</strong> sitúa en <strong>un</strong> pasado «lejano». Según Milán K<strong>un</strong>dera (La insoportable levedad del<br />
<strong>se</strong>r), en las películas soviéticas que <strong>se</strong> desarrollan en la época contemporánea, no hay<br />
derecho a utilizar el resorte del verdadero conflicto social, a partir del presupuesto de<br />
que la sociedad sin cla<strong>se</strong>s está realizada o en vías de realización. Ya no pueden existir<br />
conflictos entre «el bueno y el mejor», y el malentendido amoroso, dice K<strong>un</strong>dera, <strong>se</strong><br />
convierte en el único recurso de los <strong>guion</strong>istas para <strong>se</strong>guir inventando y haciendo<br />
f<strong>un</strong>cionar <strong>un</strong>a historia.<br />
9. MORALES (VALORES)<br />
• Cualquier historia<br />
Cualquier historia, lo quiera o no, <strong>se</strong> basa en valores morales explícitos o implícitos.<br />
Explícitos en Sansho y en Mabu<strong>se</strong>, pero también muy pre<strong>se</strong>ntes, a<strong>un</strong>que más<br />
implícitos, en Tener y no tener e incluso en Pauline. En Hawks particularmente, no sólo<br />
hay buenos y malos, sino también <strong>un</strong>a moral de la autenticidad y de la competencia.<br />
Finalmente, hasta los héroes «fútiles» de Pauline, esos jóvenes que sólo parecen<br />
interesar<strong>se</strong> por sus pequeñas historias de playa, reivindican y practican (de modo más<br />
o menos rigurosos) <strong>un</strong> código implícito de honor y de sinceridad.<br />
• Relatividad moral<br />
Podría creer<strong>se</strong> que el público <strong>se</strong> ha hecho de <strong>un</strong>a tolerancia sin límites y que es posible<br />
hacer que <strong>se</strong> identifique con sinvergüenzas comprobados. Lo hacen pensar ciertos<br />
films, como los de Sergio Leone que erigen en héroes a canallas pero en los que, sin<br />
embargo, <strong>se</strong> con<strong>se</strong>rva cierto código del honor y de la conducta que imita la moral. Y,<br />
pe<strong>se</strong> a todo, los films de Leone son más sinceros que otros, que, al poner en escena a<br />
gánsters, embellecen y sobre todo velan de algún modo sus actividades con <strong>un</strong> flou<br />
poético, como El Padrino de Coppola.<br />
Pero Jacques Rancière (L'Enjeu Scénario) explica muy bien cómo, si no hay ley moral<br />
en los personajes puesto que todos simulan cinismo, no hay verdadera historia<br />
posible: «El cinismo corriente produce <strong>un</strong> relato vacío» (108). Y, más adelante:<br />
La posibilidad de contar historias y crear personajes <strong>se</strong> ve actualmente coartada<br />
por <strong>un</strong>a especie de censura al revés. El guión reproduce en su propia moral <strong>un</strong>a<br />
lógica comercial que ha trivializado el famoso «Prohibido prohibir», reducido a<br />
la moral de consumo. (111).