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periodista de Paris-Match», pero nada en la escena nos dice que ella es periodista, y<br />
en qué periódico <strong>escribe</strong>.<br />
Se cometen e<strong>se</strong> tipo de fallos dejándo<strong>se</strong> arrastrar por las palabras, y por la facilidad<br />
del lenguaje para decirlo todo.<br />
Por ejemplo, ¿cómo hacer captar al espectador las relaciones de parentesco entre los<br />
personajes? No nos podemos conformar con escribir en el guión: «X, hermano de Z».<br />
Si queremos jugar con la duda, la ambigüedad, hay que querer esa duda, y saber qué<br />
ambigüedad <strong>se</strong> de<strong>se</strong>a (amante o hermano; hija o nuera) para crearlas, alimentarlas.<br />
(En ciertos casos, <strong>se</strong> recurre a las facilidades de la voz interior: esta solución ha sido<br />
masivamente adoptada, por ejemplo en la adaptación del Rojo y negro, por Aurenche y<br />
Bost, para Autant-Lara. El problema de la «voz interior» de Julien Sorel era mucho<br />
más delicado que en la novela, puesto que el personaje de Stendhal <strong>se</strong> comporta como<br />
<strong>un</strong> hipócrita y el espectador no debe creer a pies j<strong>un</strong>tillas todas sus «buenas<br />
intenciones». De ahí que esa voz interior tan pesada esté desmintiendo<br />
constantemente y, si así <strong>se</strong> puede decir, en directo desde su conciencia, el<br />
comportamiento aparente del protagonista.<br />
El «¿en qué <strong>se</strong> nota?» no es forzosamente <strong>un</strong> fallo de principiante, pues <strong>un</strong> <strong>guion</strong>ista<br />
más experimentado puede dejar<strong>se</strong> arrastrar y cometer alg<strong>un</strong>o, no por cosas tan<br />
elementales como la definición de las relaciones de parentesco, sino por los<br />
<strong>se</strong>ntimientos y las aspiraciones de los personajes. El autor del guión está, de hecho,<br />
fácilmente convencido de las tendencias y de los de<strong>se</strong>os que experimentan sus<br />
personajes, olvidando que el propio espectador puede no verlos o no <strong>se</strong>ntirlos, cuando<br />
no han sido traducidos en la pantalla de modo convincente.<br />
2. EMBAUCADO (SENSACIÓN DE HABER SIDO)<br />
Se podría llamar «<strong>se</strong>nsación de haber sido embaucado», e<strong>se</strong> particular <strong>se</strong>ntimiento de<br />
insatisfacción que experimenta el espectador, cuando tiene la impresión que <strong>se</strong> han<br />
estirado demasiado los hilos de los procedimientos narrativos y de los «falsos<br />
suspen<strong>se</strong>s», para mantener hasta el final su atención por <strong>un</strong>a historia demasiado floja<br />
o demasiado anodina. Vale toma el ejemplo de Sospecha, de Alfred Hitchcock, en la<br />
que la imaginación de la protagonista inventa, a partir de falsas pistas, falsas<br />
interpretaciones:<br />
Muchos espectadores experimentan cierta insatisfacción al final. Nos podríamos<br />
preg<strong>un</strong>tar por qué: el film, en efecto, acaba con <strong>un</strong> happy end (es cierto que la<br />
historia descansa sobre la creciente convicción de la protagonista, interpretada<br />
por Joan Fontaine, de que Cary Grant, su marido, quiere matarla, y el final nos<br />
revela que sus sospechas eran equivocadas). Pero la razón, prosigue Vale, es<br />
que, en el film, no <strong>se</strong> ha producido ningún cambio a raíz de ningún conflicto.<br />
Cary Grant y Joan Fontaine forman <strong>un</strong>a pareja feliz al principio y al final del