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tiempo. Ahora bien, nada <strong>se</strong> entiende peor en el cine que la información (...) En<br />
el cine, sólo <strong>se</strong> captan los <strong>se</strong>ntimientos (...) De ahí la dificultad de los principios<br />
de los films: es muy difícil hacer pasar la información necesaria sin ningún<br />
<strong>se</strong>ntimiento» (L'Enjeu Scénario, 67).<br />
• No debe parecerlo<br />
La regla del juego de la exposición, es que no debe parecer lo que es: <strong>un</strong>a exposición<br />
(cfr. Nash-Oakey: «That it doesn't <strong>se</strong>em to be an exposition»). Para Ernest Lehman, el<br />
<strong>guion</strong>ista de Con la muerte en los talones, «el actor no debe parecer forzado al decir lo<br />
que dice para com<strong>un</strong>icar informaciones al espectador, y arreglár<strong>se</strong>las para que parezca<br />
darlas con naturalidad». El arte de la exposición consiste, pues, en dramatizar <strong>un</strong>a<br />
com<strong>un</strong>icación de informaciones.<br />
• La exposición debe <strong>se</strong>r dramatizada:<br />
Para dar las informaciones previas, ¿qué debe contener <strong>un</strong>a exposición? (¿Dónde<br />
estamos y cuándo? ¿Quiénes son los personajes? ¿Cuáles son su relaciones familiares,<br />
su situación profesional y familiar? ¿Cuál es su pasado, en la medida en que es<br />
necesario conocerlo para la comprensión del principio de la historia? y esto, sin<br />
transformarla en <strong>un</strong>a especie de ficha estática, en la que los que <strong>se</strong> conocen muy bien<br />
<strong>se</strong> cuenten <strong>un</strong>os a otros lo que saben de sobra. Vale (199) sugiere la técnica dramática<br />
siguiente:<br />
Un personaje <strong>se</strong> acerca a <strong>un</strong> hombre para preg<strong>un</strong>tarle y enterar<strong>se</strong> de algo que<br />
le interesa mucho. Pero el hombre, por estupidez o por mala vol<strong>un</strong>tad, habla de<br />
otra cosa (...) Esa otra cosa es, claro está, la exposición de informaciones que<br />
no habríamos querido oír de otro modo. El <strong>guion</strong>ista ha transformado este<br />
defecto en <strong>un</strong> excelente efecto dramático.<br />
Del mismo modo, Nash-Oakey acon<strong>se</strong>jan:<br />
Hay que intentar pre<strong>se</strong>ntar al público la exposición de manera muy mascada<br />
(...) para que no parezca <strong>se</strong>r <strong>un</strong>a exposición. Se debe intentar crear <strong>un</strong>a escena<br />
que incluya <strong>un</strong>a pequeña parte de conflicto, de manera que, lo que dicen los<br />
personajes, en vez de decirlo para hacerle <strong>un</strong> favor al <strong>guion</strong>ista, parezca traído<br />
por la situación.