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POSESIONES 125<br />
Viene ahora una curiosidad que parece de encantamiento. Una muy<br />
curiosa y ya centenaria edición de un Quijote para niños. Se trata nada<br />
menos que de un cofre que tiene por nombre Aventuras de don Quijote,<br />
segunda edición de la colección Araluce, publicada en Barcelona<br />
en el año de 1915. La selección de los capítulos, al igual que el prólogo,<br />
fue elaborada por el educador don Pablo Vila, en aquella época<br />
director del Gimnasio Moderno de Bogotá. Un catalán, he leído en las<br />
páginas de don Tomás Rueda Vargas y de Gonzalo Mallarino Botero,<br />
de pelo en pecho, conocedor de su oficio y dotado de una verdadera<br />
vocación para avivar en los niños el sentimiento patrio; «un catalán<br />
que pastoreaba como nadie las almas pueriles», conforme a la expresión<br />
de uno de sus aventajados discípulos y, con el correr del tiempo,<br />
constituido en el príncipe de la elocuencia colombiana: José Camacho<br />
Carreño. En otras palabras, el adolescente galardonado en el concurso<br />
patrocinado por el Gimnasio Moderno, con motivo de la celebración<br />
del III centenario de la muerte de Cervantes, con el trabajo titulado: De<br />
la más estupenda aventura que puso pavor en el corazón de Sancho y<br />
aún en el de su amo. El autor de esta hermosa y prematura fantasía, un<br />
mozuelo que apenas había atravesado los doce años de su edad, y<br />
había sido considerado «El Cervantes-niño».<br />
Detengamos el vuelo de las gratas reminiscencias y tornemos a la<br />
curiosidad de marras. La referida edición, adornada con ilustraciones<br />
en color, quién lo creyera, fue ordenada nada menos que por el Gobierno<br />
nacional, presidido por el doctor José Vicente Concha, «para<br />
honrar el tercer centenario de la muerte de Cervantes y dedicada a los<br />
alumnos de las escuelas públicas de Colombia». Algo más. En un gesto<br />
de singular y admirable determinación en un jefe de Estado, cabe recordar<br />
que, con anterioridad, al comienzo de su mandato presidencial,<br />
el general Rafael Reyes, mediante Decreto número 407 de 1905, había<br />
dispuesto los actos conducentes para la celebración del III centenario<br />
de la publicación del Quijote. Eran otros tiempos, otros hombres y otros<br />
nombres.<br />
Volviendo a don Pablo Vila, nos parece que conviene no olvidar su<br />
magnífico escrito que se esconde en uno de los valiosos Anuarios de<br />
esta Academia, verdaderos tesoros de su edad de oro, por su forma y<br />
contenido, con el título de Cataluña y Cervantes; escrito en el cual destaca<br />
«las cordiales relaciones de simpatía que hubo entre Cervantes y<br />
Cataluña, relaciones cordiales que explican el interés que los catalanes<br />
han tenido siempre por el Manco de Lepanto y su obra». Y de remate,<br />
el famoso don Pablo Vila, no olvida que don Quijote, «vencido y ape-