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128 BOLETÍN DE LA ACADEMIA COLOMBIANA
De estas páginas emerge redivivo, es decir, resucitado, el sin par Caballero
de la Triste Figura, al lado de Sancho Panza, su escudero, al igual
que de otros personajes de la inmortal historia… Por momentos, y han
sido no pocos de los que duró la lectura, me parecía estar siguiendo la
encantada madeja del estilo del propio Cervantes en las páginas más
pulidas de su Galatea.
Por su parte, el ya mencionado y consagrado cervantista Ignacio
Rodríguez Guerrero, se expresa de este modo:
Honra de la literatura americana es el libro Alonso Quijano el Bueno
del insigne escritor huilense Julián Motta Salas, en quien se conjugan,
por modo magnífico, el humanista, el erudito y el poeta. Su ilustración
literaria es colosal y la donosura de su estilo revive ciertamente la
de la época áurea del idioma.
Aún más. El célebre académico y lingüista español Rafael Lapesa
nos colma con esta sugestiva apreciación:
Pocas veces se hallará una recreación tan perfecta como la que usted
ha hecho del español de 1600. La haré papeletizar para que la riqueza
léxica de ese libro no quede sin representación en el diccionario
histórico.
Los conceptos antes transcritos reafirman nuestra convicción de que
Julián Motta Salas ha elaborado una filigrana de sin igual primor; una
obra de carácter excepcional en el concierto cervantino universal. Una
creación de la más pura extracción cervantina, en la que nos es dado
deleitarnos con las donosuras y preciosidades de la lengua castellana.
Ciertamente, luego de la lectura de Alonso Quijano el Bueno, páginas
en donde corren parejos el donaire del estilo, la erudición y la excelencia
del lenguaje arcaico, nos queda la inequívoca sensación de
haber disfrutado de otras aventuras y hazañas propias del Ingenioso
Hidalgo. De este modo, nos hallamos ante el embrujo mágico de una
transmutación de imágenes y fantasías hermanadas con el modelo
ejemplar.
A nuestro parecer, esta obra, para honra del autor y gloria de las
letras colombianas, no tiene absolutamente nada que envidiar ni nada
que pedir a la grandiosa que engendró el genio de don Miguel de
Cervantes Saavedra. Se trata de la más perfecta imitación y reconstruc-