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BOLETÍN DE LA ACADEMIA COLOMBIANA<br />
de las familias y tal vez el honor» (Blasco Ibáñez, citado por Aledón,<br />
2008,www).<br />
Aunque sus contundentes palabras no necesitan aclaración, no estará<br />
de más recordar que: 1) va a la plaza de tarde en tarde y en calidad<br />
de cicerone, o sea, que conoce cumplidamente el espectáculo cuando<br />
se siente capacitado para informar a otros sobre sus particularidades.<br />
2) Las corridas de toros no le entusiasman, es decir, no se considera un<br />
aficionado, pero tampoco las condena, calificándolas más bien de artísticas.<br />
3) Le resultan aburridas y monótonas. Nada más. 4) No cree,<br />
como algunos ‘intelectuales’ del momento –la debacle del 98 está aún<br />
muy próxima – que los toros sean la causa o una de las causas de la<br />
decadencia de España y 5) No ignora los derechos de los animales,<br />
como se puede comprobar si se lee el artículo en su totalidad.<br />
«El escritor, haciendo honor a su condición de ilustrado y progresista,<br />
está por la erradicación de todo espectáculo violento, pero de<br />
todas las sociedades, y más si se trata de las llamadas cultas y civilizadas;<br />
aunque, profundo conocedor de la naturaleza humana, dirá por<br />
boca del doctor Ruíz «ángel de la guarda» de la torería andante y republicano<br />
hasta las cachas: «Por eso yo, que soy revolucionario en todo,<br />
no me avergüenzo de decir que me gustan los toros… El hombre necesita<br />
del picante de la maldad para alegrar la monotonía de su existencia.<br />
También es malo el alcohol y sabemos que nos hace daño, pero<br />
casi todos bebemos. Un poco de salvajismo de vez en cuando da nuevas<br />
energías para continuar la existencia. Todos gustamos de volver la<br />
vista atrás, de tarde en tarde y vivir un poco la vida de nuestros remotos<br />
abuelos. La brutalidad hace renacer en nuestro interior fuerzas misteriosas<br />
que no es conveniente dejar morir. ¿Qué las corridas de toros<br />
son bárbaras? Conforme; pero no son la única fiesta bárbara del mundo,<br />
la vuelta a los placeres violentos y salvajes es una enfermedad humana<br />
que todos los pueblos sufren por igual» (Blasco Ibáñez, citado<br />
por Aledón, 2008, www).<br />
Este es el Blasco Ibáñez que, años más tarde, aceptará de buena<br />
gana, como parte del homenaje que le tributaron los valencianos a su<br />
vuelta de los Estados Unidos, honrar con su presencia la corrida de<br />
toros celebrada en su honor el 19 de mayo de 1921, recibiendo en<br />
ella, emocionado, aquel sincero brindis que un también emocionado<br />
Manolo Granero, de azul celeste y azabache, le dedicó en lengua valenciana:<br />
«Brinde la mort d’este bou al meu paisà D. Vicent Blasco<br />
Ibanyes, gloria i honra de València y de les lletres espanyoles».