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180 BOLETÍN DE LA ACADEMIA COLOMBIANA<br />

Y en el aspecto más significativo, el del lenguaje: en sus diálogos y<br />

formas de expresión encontramos el lenguaje culto, elevado, frente a<br />

la jerga popular. Lo establecido frente a la evolución.<br />

Al mirar este panorama desde una perspectiva general, de repente<br />

nos damos cuenta que don Quijote y Sancho actúan y viven como si<br />

fueran un solo organismo. Se complementan y evolucionan juntos. O<br />

para decirlo con la terminología moderna, es una personalidad en sus<br />

diferentes y a veces contradictorios estados de comportamiento. Al<br />

comienzo, están en las antípodas. Uno pensaría que la comunicación<br />

es imposible. Entonces comienzan las andanzas y los diálogos y poco a<br />

poco los extremos se van acercando.<br />

Ya Salvador de Madariaga lo había registrado a comienzos del siglo<br />

XX al hablar de la «sanchificación» de don Quijote y la<br />

«quijotización» de Sancho. Aunque esta tesis se ha convertido en una<br />

suerte de lugar común, es claro que tiene fundamentos que nos permiten<br />

acogerla. 7<br />

Versatilidad de la estructura. Cervantes tenía dos modelos a su disposición:<br />

la forma cerrada de la tragedia griega en la que las secuencias<br />

obedecen a una lógica contundente de causas y efectos; y la forma<br />

abierta que utilizaban, por ejemplo, las obras bizantinas. Cada una<br />

determina un modelo distinto: en las primeras, se establece una curva<br />

dramática única hasta su clímax final, de gran efectividad para obras<br />

cortas. Es lo que encontramos hoy en las novelas de detectives. En la<br />

segunda, se van encadenando «aventuras» o episodios, cada uno más<br />

o menos completo en sí mismo, lo que permite componer obras de<br />

gran extensión. No hay una curva dramática total, un entramado general<br />

de causas y efectos (o si existe es muy débil), sino pequeños<br />

dramatismos en cada etapa, por lo cual no importa mucho cuál episodio<br />

va primero y cuál a continuación. Lo único que requiere es que<br />

el protagonista o protagonistas se conserven vivos, listos para enfrentar<br />

la siguiente situación. Es lo que sucede en El Quijote (primera y<br />

segunda partes) y, llevado a su máxima expresión, lo que sucede en el<br />

Persiles.<br />

7 Salvador de Madariaga, Guía del lector del Quijote, publicada originalmente en 1926,<br />

(Madrid, Espasa, 2005).

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