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SEPARATA 199
masculinos también tienen nombres sonoros, que parecen dibujar ciertos
rasgos de los personajes: Chiquisnaque, que se asocia con el término
chirlerín, que en Germanía equivale a ladronzuelo, o Escarramán,
que es un nombre propio del hampa sevillana; también este nombre se
aplica a un baile popular llamado escarramán, que es una versión lasciva
de la zarabanda. Este apelativo fue usado por Cervantes en otros
textos, como en el baile al final de La cueva de Salamanca, y Quevedo,
por su parte, lo usó en algunas de sus jácaras. Cierran el cuadro los
nombres femeninos, tan graciosos y sugestivos como los de sus pares
masculinos, como son: La Repulida, La Pizpita y La Mostrenca, cada
uno con sus referencias y alusiones significativas. Basta con recordar el
significado de un bien mostrenco, como un bien mueble o inmueble
sin dueño aparente o conocido, o el nombre de Pizpita, que se refiere
a un pájaro también llamado Aguzanieves.
El entremés presenta en forma jocosa e irreverente la muerte de la
esposa del Rufián Trampagos; en sus lamentaciones, alude, de manera
curiosa, a nombres y temas del nuevo mundo, con expresiones que
deberían correr por la boca de viajeros y troperos de los conquistadores
que habían hecho las Américas, como puede verse en estos versos:
TRAMPAGOS:
Fuera yo un polifemo, un antropófago,
Un troglodita, un bárbaro Zoilo,
Un caimán, un Caribe, un comevivos,
Si de otra suerte me adornara
En tiempo de tamaña desgracia.
RUFIÁN:
Razón tiene.
TRAMPAGOS:
¡He perdido una mina Potosisca!,
Un muro de yedra de mis faltas,
Un árbol de la sombra de mis ansias!
RUFIÁN:
Era la Pericona un poco de oro.