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218 BOLETÍN DE LA ACADEMIA COLOMBIANA<br />
con Don Quijote, le correspondió: «La honradez y las virtudes son adornos<br />
del alma, sin las cuales el cuerpo, aunque lo sea, no debe de<br />
parecer hermoso». La espiritualidad, por enésima vez, es puesta en<br />
evidencia.<br />
Como lo es, a su turno, que esta literatura pastoril, con tales valores,<br />
haya influido igualmente, según nuestro ensayista de cabecera, en la<br />
gran mística española con autores de primer orden como Fray Luis de<br />
Granada, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz y Santa Teresa, con<br />
pruebas a granel que aparecen en el capítulo correspondiente.<br />
Dos pasajes con estilo<br />
Al terminar su recorrido por los caminos de El Quijote, Caballero<br />
Calderón aborda otro aspecto básico en la crítica literaria: el estilo del<br />
autor en su obra, no sin recurrir a la conocida sentencia de Buffon: «El<br />
estilo es el hombre». Aquí, pues, el estilo, como un espejo, refleja a<br />
Cervantes, igual que ocurre con otros escritores, entre quienes menciona,<br />
con la debida selección de textos para comprobar su aserto, a Azorín,<br />
Pereda y Gabriel Miró, cuyo ritmo particular en el lenguaje muestra su<br />
personalidad, su visión del mundo, su alma.<br />
El estilo pone de manifiesto el ser íntimo de cada uno y su estado<br />
anímico, lo que ratifica ese carácter intimista, profundamente subjetivo,<br />
del análisis que venimos siguiendo, recordando la tendencia estilística<br />
de Don Dámaso Alonso, si bien nuestro ensayista osa negar que el<br />
estilo haya sido estudiado «como materia científica».<br />
Para él, además, el estilo cervantino es magistral por ser «expresión<br />
fiel y digna del pueblo español», según lo hemos visto en forma repetida.<br />
Y, con la obligada referencia a pasajes específicos de la novela<br />
que por cierto se rejuvenece con el tiempo (de ahí -asegura- que su<br />
segunda parte sea mejor que la primera), subraya tanto la espontaneidad,<br />
la serenidad y la rica imaginación como el lirismo y el humor, sin<br />
dejar a un lado la palabra creadora y su versatilidad en los nombres o<br />
apodos de los personajes y en el lenguaje que emplea cada uno de<br />
ellos.<br />
De manera especial, Caballero Calderón se detiene en el memorable<br />
discurso de las armas y las letras por considerarlo nada menos que un