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HOMENAJES<br />
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Sus años de estancia definitiva en Usiacurí, desde 1910 hasta su<br />
muerte, fueron felices al lado de quien sería finalmente su esposa,<br />
Petrona Moreno, y de sus cinco niños, en medio de la naturaleza (a la<br />
que cantara bellamente en sus últimos poemas) y de la admiración<br />
general, sobre todo de las gentes de ese pueblo y de La Arenosa, donde<br />
surgió la idea de rendirle un homenaje nacional, como el que se<br />
merecía con mayor razón en sus postreros días de vida, cuando fue<br />
víctima al parecer de un doloroso y terrible cáncer en la cara.<br />
Al respecto, Gloria reconstruye en la biografía, paso a paso, los<br />
detalles de la coronación de su tío abuelo como Poeta Nacional,<br />
propuesta en un principio por el gobernador del departamento del<br />
Atlántico al Presidente Pedro Nel Ospina, quien la acogió de inmediato<br />
«con el mayor interés» según dijo en su carta de respuesta, si<br />
bien sus detractores la interpretaron como una hábil «jugada política<br />
para congraciarse con los liberales» (Julio Flórez era liberal radical,<br />
recordemos).<br />
Y aunque muchos deseaban que la ceremonia tuviese lugar en Bogotá,<br />
no fue posible por su grave estado de salud, al borde de la muerte;<br />
se decidió, por tanto, hacerla en Barranquilla, pero al final, de nuevo<br />
por razones médicas, no hubo otra salida que dejarlo en Usiacurí y<br />
rendirle el sentido homenaje «en su retiro de la montaña -señalaba<br />
una nota periodística-, en su lecho de dolor, en la casita humilde donde<br />
ha sufrido y ha gozado tanto».<br />
Llegan a mí las voces de un canto alborozado. /Te aclaman, no sonríes.<br />
Te cercan y estás solo / -como un ciprés en medio de un islote<br />
olvidado, le escribió Guillermo Valencia al disculparse, igual que muchos<br />
otros, por no poder asistir al solemne acto, donde concurrieron<br />
miles de personas como no se había visto antes, ni se vería después, en<br />
la tranquila aldea.<br />
Ese día, 14 de enero de 1923, el desfile multitudinario atravesó el<br />
poblado, sus calles polvorientas, con más de un centenar de vehículos,<br />
ocupados por altos funcionarios públicos, escritores y amigos; bellas<br />
jóvenes portaban guirnaldas y regalos; destacadas autoridades nacionales,<br />
departamentales y locales presidían la lenta marcha, animada<br />
por los ritmos musicales de la banda municipal, y detrás, con devoción,<br />
iban las gentes del pueblo, de su pueblo, que desde tiempo atrás lo<br />
habían proclamado como el primer poeta popular de Colombia, anticipando<br />
la coronación que allí tendría lugar.