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el consumo de alcohol y drogas; de lo contrario, lo que gusta es ridiculizar<br />
los sentimientos (los ajenos y los propios). <strong>El</strong> arte de la<br />
ironía suele estar bien remunerado en el mundo del espectáculo y<br />
el periodismo; es decir, que incluso es posible ganar mucho<br />
dinero con la supresión efectiva de los sentimientos. Es más,<br />
cuando uno, al fin, corre el peligro de perder por completo el acceso<br />
a sí mismo, de no funcionar más que con la máscara, con una<br />
personalidad falsa, recurre a veces a las abundantes drogas, alcohol<br />
y medicamentos que, precisamente con todo el dinero que ha<br />
ganado ironizando, tiene a su alcance. <strong>El</strong> alcohol ayuda a estar de<br />
buen humor, y las drogas, aún más fuertes, lo logran con mayor<br />
eficacia. Pero como estas emociones no son auténticas, como no<br />
están ligadas a la verdadera historia del <strong>cuerpo</strong>, su acción es, a la<br />
fuerza, transitoria. Siempre se necesitarán dosis más altas para<br />
llenar el hueco dejado por la infancia.<br />
En un artículo del diario Der Spiegel del 7 de julio de 2003, un<br />
joven, un brillante periodista que, entre otros periódicos, trabaja<br />
para Der Spiegel, habla de su larga adicción a la heroína. Citaré<br />
aquí algunos fragmentos de su relato, cuya sinceridad y franqueza<br />
me conmovieron sobremanera:<br />
«En algunas profesiones, consumir drogas para ser más<br />
creativo acaba por dar un impulso a tu carrera. <strong>El</strong> alcohol, la<br />
coca o la heroína empujan a agentes, músicos y demás estrellas<br />
mediáticas. Sobre su adicción y su doble vida escribe un<br />
conocido periodista y adicto a las drogas desde hace tiempo.<br />
»Dos días antes de Navidad intenté estrangular a mi novia.<br />
En los últimos años, mi vida se había vuelto caótica, en particular<br />
cuando se aproximaban las Navidades y la Nochevieja. Desde<br />
hacía quince años luchaba contra mi dependencia de la heroína,<br />
unas veces con éxito y otras en vano. Llevaba una docena de intentos<br />
de desintoxicación y dos largas terapias clínicas. Desde