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Salvador Dalí y muchos otros surrealistas. Es cierto que con sus<br />
cuadros buscan comunicarse, pero a un nivel que proteja su negación<br />
de las vivencias infantiles y que se considera arte. Dirigir la<br />
atención a la biografía de un artista es un tabú del engranaje cultural.<br />
En mi opinión, es precisamente esta historia inconsciente la<br />
que mueve al artista una y otra vez a buscar nuevas formas de expresión<br />
(véase A. <strong>Miller</strong> 1998b). Y es preciso que permanezca<br />
oculta a él y a nuestra sociedad porque podría desvelar el sufrimiento<br />
tempranamente padecido debido a la educación, con lo que<br />
se desobedecería el mandamiento de «honrarás a tu padre y a tu<br />
madre».<br />
Casi todas las instituciones contribuyen a esta huida de la verdad.<br />
Son dirigidas por personas, y a la mayoría de las personas les<br />
da miedo la palabra infancia. Este miedo se halla en todas partes,<br />
en las consultas de los médicos y los psicoterapeutas, en los despachos<br />
de los abogados, en los tribunales y, no en menor medida,<br />
en los medios de comunicación.<br />
En cierta ocasión, una librera me habló de un programa de<br />
televisión sobre los malos tratos infantiles. Por lo visto, se emitieron<br />
casos de una gran crueldad, entre ellos el de una de las llamadas<br />
«madres con el síndrome de Münchhausen»: una enfermera<br />
que cuando iba con sus hijos a la consulta del médico se<br />
hacía pasar por una madre muy cariñosa y entregada, pero que en<br />
casa utilizaba medicamentos para provocarles de manera intencionada<br />
enfermedades, de las que acabaron muriendo sin que en<br />
un principio se sospechara de ella. A la librera le había indignado<br />
que los expertos del debate no hubieran dicho nada acerca de por<br />
qué hay madres así. Como si se tratara de una fatalidad divina.<br />
«¿Por qué no dijeron la verdad?», me preguntó; «¿por qué estos<br />
expertos no dijeron que esas madres fueron gravemente maltratadas<br />
en el pasado y que con su conducta no hacen sino repetir lo<br />
que ellas han vivido?». Le contesté: «Lo dirían si lo supieran, pero