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El cuerpo nunca miente - Alice Miller

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Con el apoyo de un testigo cómplice, encarnado en la figura<br />

del terapeuta, puede alentarse a un niño hiperactivo, o que<br />

padezca otra dolencia, a sentir su inquietud en vez de negarla, y a<br />

expresar sus sentimientos delante de sus padres en vez de temerlos.<br />

De esta manera, los padres aprenden del niño que se puede<br />

sentir sin temer obligatoriamente una catástrofe, y que, al contrario,<br />

sólo sintiendo puede nacer algo, se obtiene apoyo y se establece<br />

una confianza recíproca.<br />

Conozco a una madre que le debe realmente a su hija el haberse<br />

salvado de su vínculo destructivo con sus propios padres.<br />

Acudió a terapia durante muchos años, pero seguía intentando<br />

ver los aspectos buenos de unos padres que de pequeña la habían<br />

maltratado con dureza. Sufría mucho con la hiperactividad y los<br />

arrebatos de agresividad de su hija pequeña, que desde que nació<br />

había estado en constante tratamiento médico. Esta situación se<br />

prolongó durante años: llevaba a la niña a ver a la doctora, le administraba<br />

los medicamentos prescritos, visitaba con regularidad<br />

a su terapeuta y no quería dejar de justificar a sus padres. Nunca<br />

tuvo conciencia de haber sufrido a causa de sus padres, sino sólo a<br />

causa de su hija. Hasta que un día se le acabó la paciencia: con un<br />

nuevo terapeuta pudo, por fin, admitir la ira contra sus padres<br />

contenida desde hacía treinta años. Y entonces ocurrió el milagro,<br />

que, en realidad, no era tal: en el plazo de unos días su hija empezó<br />

a jugar normal, sus síntomas desaparecieron y formuló preguntas<br />

para las que obtuvo respuestas claras. Fue como si la<br />

madre hubiese salido de una densa niebla y ahora fuese capaz de<br />

percibir a su hija. Y un niño así, que no es utilizado como objeto<br />

de proyecciones, puede jugar tranquilo sin necesitar corretear<br />

como un loco. Ya no tiene la irrealizable misión de salvar a la<br />

madre o, al menos, de empujarla hacia su verdad a través de su<br />

propio «trastorno».

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