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Con el apoyo de un testigo cómplice, encarnado en la figura<br />
del terapeuta, puede alentarse a un niño hiperactivo, o que<br />
padezca otra dolencia, a sentir su inquietud en vez de negarla, y a<br />
expresar sus sentimientos delante de sus padres en vez de temerlos.<br />
De esta manera, los padres aprenden del niño que se puede<br />
sentir sin temer obligatoriamente una catástrofe, y que, al contrario,<br />
sólo sintiendo puede nacer algo, se obtiene apoyo y se establece<br />
una confianza recíproca.<br />
Conozco a una madre que le debe realmente a su hija el haberse<br />
salvado de su vínculo destructivo con sus propios padres.<br />
Acudió a terapia durante muchos años, pero seguía intentando<br />
ver los aspectos buenos de unos padres que de pequeña la habían<br />
maltratado con dureza. Sufría mucho con la hiperactividad y los<br />
arrebatos de agresividad de su hija pequeña, que desde que nació<br />
había estado en constante tratamiento médico. Esta situación se<br />
prolongó durante años: llevaba a la niña a ver a la doctora, le administraba<br />
los medicamentos prescritos, visitaba con regularidad<br />
a su terapeuta y no quería dejar de justificar a sus padres. Nunca<br />
tuvo conciencia de haber sufrido a causa de sus padres, sino sólo a<br />
causa de su hija. Hasta que un día se le acabó la paciencia: con un<br />
nuevo terapeuta pudo, por fin, admitir la ira contra sus padres<br />
contenida desde hacía treinta años. Y entonces ocurrió el milagro,<br />
que, en realidad, no era tal: en el plazo de unos días su hija empezó<br />
a jugar normal, sus síntomas desaparecieron y formuló preguntas<br />
para las que obtuvo respuestas claras. Fue como si la<br />
madre hubiese salido de una densa niebla y ahora fuese capaz de<br />
percibir a su hija. Y un niño así, que no es utilizado como objeto<br />
de proyecciones, puede jugar tranquilo sin necesitar corretear<br />
como un loco. Ya no tiene la irrealizable misión de salvar a la<br />
madre o, al menos, de empujarla hacia su verdad a través de su<br />
propio «trastorno».