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El cuerpo nunca miente - Alice Miller

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emociones contradictorias a las que de niños y adultos solemos<br />

estar expuestos. Cuando de pequeños nos relacionamos con adultos<br />

que <strong>nunca</strong> han intentado aclarar sus sentimientos, a menudo<br />

nos vemos confrontados con un caos que nos desconcierta sobremanera.<br />

Para escapar de esa confusión y de ese desconcierto recurrimos<br />

al mecanismo de disociación y represión. No sentimos<br />

ningún miedo, queremos a nuestros padres, confiamos en ellos y,<br />

cueste lo que cueste, tratamos de satisfacer sus deseos para que<br />

estén contentos con nosotros.<br />

Será sólo más tarde, en la edad adulta, cuando este miedo<br />

tenderá a proyectarse sobre el cónyuge; y no lo entenderemos.<br />

También entonces querremos, como en la infancia, aceptar en silencio<br />

las contradicciones del otro para ser queridos, pero el<br />

<strong>cuerpo</strong> manifestará su aspiración a la verdad y producirá síntomas<br />

mientras sigamos sin querer reconocer el miedo, la ira, la indignación<br />

y el horror del niño víctima de abusos sexuales.<br />

Pero ni con la mejor de las intenciones podremos detectar las<br />

situaciones pasadas si desatendemos nuestro presente. Sólo<br />

rompiendo con la dependencia actual podremos reparar los<br />

daños, es decir, ver con claridad las consecuencias de la dependencia<br />

más temprana y acabar con ellas. Por ejemplo: Andreas, un<br />

hombre de mediana edad, tiene sobrepeso desde hace muchos<br />

años y sospecha que este atormentador síntoma está asociado a su<br />

relación con su padre, un hombre autoritario que lo maltrataba.<br />

Pero no puede solucionarlo. Se esfuerza por perder peso, sigue todas<br />

las prescripciones médicas y es capaz de sentir la ira hacia el<br />

padre de su infancia, pero todo eso no le sirve de nada. Andreas<br />

sufre de ocasionales arranques de ira, insulta a sus hijos, aunque<br />

no quiera hacerlo, y le grita a su mujer, aunque tampoco quiera<br />

hacerlo. Se tranquiliza con ayuda del alcohol, pero no se considera<br />

un alcohólico. Le gustaría ser cariñoso con su familia, y el vino le

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