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mamá estuvo enferma hace un par de semanas y necesitó mi ayuda,<br />
casi me alegré de tener una excusa para ir a casa. Pero enseguida<br />
se me hizo insoportable la forma en que se preocupa de<br />
mí. Yo no tengo la culpa de notar siempre la hipocresía. Mamá<br />
argumenta que se preocupa por mí y con ello se vuelve imprescindible.<br />
Me entran tentaciones de creer que me quiere, pero, si<br />
me quisiera, ¿no notaría yo su amor? No es que yo sea perversa,<br />
me doy cuenta de que alguien me quiere, de que me deja hablar<br />
y se interesa por lo que le digo. Pero con mamá lo único que siento<br />
es que quiere que cuide de ella y la quiera. Y encima pretende<br />
que me crea lo contrario. ¡Eso sí que es chantaje! A lo mejor<br />
ya lo percibí de pequeña, pero no podía decirlo, no sabía<br />
cómo. Ahora sí lo sé.<br />
»Por otra parte, me da pena, porque también ella está hambrienta<br />
de relaciones. Pero se da aún menos cuenta de esto que<br />
yo, y lo puede demostrar menos que yo. Está como enjaulada, y<br />
en esta jaula debe de sentirse tan abandonada como para tener<br />
que reafirmar su autoridad constantemente, sobre todo<br />
conmigo.<br />
»Otra vez intento entenderla. ¿Cuándo podré liberarme de<br />
esto? ¿Cuándo dejaré, al fin, de ser la psicóloga de mi madre? La<br />
busco, quiero entender la, quiero ayudarla. Pero todo es inútil.<br />
<strong>El</strong>la no quiere dejarse ayudar, no quiere dejarse ablandar, da la<br />
impresión de que sólo necesita autoridad. Y yo ya no voy a<br />
seguirle el juego. Espero que me salga bien.<br />
»Con papá es distinto. Él se rige por sus ausencias, nos evita<br />
a todos, hace imposibles los encuentros. Tampoco en el pasado,<br />
cuando yo era pequeña y él jugaba con mi <strong>cuerpo</strong>, decía <strong>nunca</strong><br />
nada. Mamá es diferente. Es omnipresente, sea chillando o<br />
haciendo reproches, con su necesidad o con sus quejas. Nunca<br />
podré esquivar su presencia, pero sí puedo dejar de alimentarme<br />
con ella. Me destruye. Aunque la ausencia de papá también<br />
me resultaba destructiva, porque como niña necesitaba alimentarme<br />
a toda costa. ¿Y cómo iba a hacerlo si mis padres me