16.08.2018 Views

El cuerpo nunca miente - Alice Miller

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

159/176<br />

puede. ¿Cómo voy a tenerle miedo?». O en otro caso: «Mi madre<br />

es horrible. Pero soy consciente de ello, por eso he roto mi relación<br />

con ella, no dependo de ella para nada». Quizás el adulto se<br />

conforme con esto. Pero es posible que en su interior todavía viva<br />

el niño no integrado, cuyos miedos <strong>nunca</strong> pudieron ser aceptados<br />

ni vividos de forma consciente y que, por tanto, hoy se dirigen<br />

hacia otras personas. Estos miedos pueden, sin motivo aparente,<br />

asaltarnos de improviso y causarnos pánico. Si no se experimenta<br />

en presencia de un testigo cómplice, el miedo inconsciente a la<br />

madre o al padre llega a sobrevivir durante décadas.<br />

En Anita, por ejemplo, eso se manifestó en su desconfianza<br />

hacia todo el personal clínico y en su incapacidad para comer. Es<br />

cierto que con frecuencia la desconfianza estaba justificada, pero<br />

tal vez no siempre. Eso es lo desconcertante. Lo único que el<br />

<strong>cuerpo</strong> no paraba de decir era: no quiero esto, pero no podía decir<br />

lo que quería. Sólo después de que Anita viviera sus emociones en<br />

presencia de Susan, después de descubrir en su interior todos los<br />

temores que en el pasado le había inspirado una madre nada<br />

comunicativa, pudo liberarse de ellos. Desde ese instante, pudo<br />

orientarse mejor, distinguir y ver las cosas con mayor claridad.<br />

Ahora sabía que no necesitaba seguir esforzándose para obligar<br />

a Klaus a un diálogo sincero y abierto, porque sólo dependía<br />

de él cambiar su actitud. Klaus dejó de desempeñar el papel de<br />

madre. Por otra parte, de repente conoció a personas de su<br />

entorno que no eran como sus padres y de las que ya no tenía necesidad<br />

de protegerse. Dado que ahora estaba familiarizada con la<br />

historia de la pequeña Anita, ya no tenía que temer esa historia ni<br />

reproducirla una y otra vez. Cada vez se orientaba mejor en el<br />

presente y distinguía el hoy del ayer. Su redescubierta alegría de<br />

comer traslucía su alegría de relacionarse con personas que eran<br />

abiertas con ella, sin que Anita tuviera que esforzarse. Disfrutaba<br />

plenamente del intercambio con estas personas y en ocasiones se

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!