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El cuerpo nunca miente - Alice Miller

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psíquicamente hasta que no quede nada de ti misma, para que<br />

tu madre se calme y no tenga miedo.<br />

»20 de enero de 1998<br />

»Ya he alquilado una habitación. Aún me sorprende que mis<br />

padres me hayan dejado hacerlo. Se opusieron, pero con ayuda<br />

de tía Anna lo han aceptado. Al principio era muy feliz porque<br />

por fin tenía tranquilidad, porque mamá no estaba todo el rato<br />

controlándome y podía organizarme los días yo sola. Me sentía<br />

realmente feliz, pero no duró mucho. De repente no soportaba<br />

la soledad, y la indiferencia de la dueña de la casa se me hacía<br />

más difícil de aguantar que la tutela constante de mamá. Llevaba<br />

mucho tiempo anhelando la libertad, y ahora que la tenía<br />

me daba miedo. A la señora Kort, la dueña de la casa, le da igual<br />

que yo coma o no, le da igual qué como y cuándo lo como, y yo<br />

casi no podía soportar que eso pareciera traerle sin cuidado. No<br />

paraba de reprocharme a mí misma: ¿qué es lo que quieres en<br />

realidad? Ni tú misma lo sabes. Cuando alguien se interesa por<br />

tu relación con la comida no eres feliz, y cuando le da igual lo<br />

echas en falta. Es difícil contentarte, porque ni tú misma sabes<br />

lo que quieres.<br />

»Después de estar media hora hablando así conmigo misma<br />

recordé de pronto las voces de mis padres, que aún retumbaban<br />

en mis oídos. ¿Tenían razón?, ¿debía plantearme si es cierto que<br />

no sé lo que quiero? Aquí, en esta habitación vacía, donde, sin<br />

que nadie me molestara, podía decir lo que de verdad deseaba<br />

con ansia, donde nadie me interrumpe, me critica ni me confunde,<br />

quería tratar de averiguar lo que realmente quiero y necesito.<br />

Pero al principio no encontré las palabras. Se me había<br />

hecho un nudo en la garganta, notaba que se me saltaban las lágrimas<br />

y sólo pude llorar. Sólo después de haber llorado un rato<br />

la respuesta vino por sí sola: sólo quiero que me escuchéis, que<br />

me toméis en serio, que paréis de darme siempre consejos, de

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