You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
135/176<br />
No podemos querernos, respetarnos ni entendernos a nosotros<br />
mismos si ignoramos los mensajes de nuestras emociones,<br />
como, por ejemplo, la ira. A pesar de ello, existe toda una serie de<br />
reglas y técnicas «terapéuticas» para manipular las emociones.<br />
Nos dicen, con la mayor seriedad, cómo se puede eliminar la<br />
tristeza y provocar la alegría. Personas con graves síntomas corporales<br />
se dejan asesorar en las clínicas, con la esperanza de liberarse<br />
así del resentimiento hacia sus padres.<br />
Es posible que les funcione durante algún tiempo y les proporcione<br />
cierto alivio, porque logran la aprobación de sus terapeutas.<br />
Estas personas se sentirán entonces como un niño bueno que se<br />
doblega a los métodos educativos de su madre, se sentirán aceptadas<br />
y queridas. No obstante, sus <strong>cuerpo</strong>s, al no prestárseles ninguna<br />
atención, con el tiempo sufrirán una recaída.<br />
Problemas similares tienen los terapeutas al tratar los síntomas<br />
de niños hiperactivos. ¿Cómo va a integrarse a estos niños en sus<br />
familias si se tiene en cuenta, por ejemplo, que su sufrimiento está<br />
determinado por la genética o es una grave travesura que hay<br />
que erradicar? ¿Y todo esto para seguir ocultando sus verdaderas<br />
causas? Pero si estamos dispuestos a considerar que estas emociones<br />
tienen un origen real, que son reacciones a la falta de atención,<br />
a los malos tratos o, entre otras cosas, a la carencia de una<br />
comunicación «nutricia», ya no veremos a niños que retozan sin<br />
sentido, sino a niños que sufren sin que se les deje saber por qué.<br />
Cuando se nos permita saber, podremos ayudarnos a nosotros<br />
mismos y a ellos. Tal vez lo que temamos (nosotros y ellos) no sea<br />
tanto las emociones, el dolor, el miedo y la ira como saber lo que<br />
nuestros padres hicieron realmente con nosotros.<br />
La obligación (moral) que defienden la mayoría de los terapeutas<br />
de no culpar a los padres bajo ningún concepto conduce a