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entiende universalmente como amor. Cuando formulo estos<br />
pensamientos tropiezo a cada instante con miedos y encuentro<br />
resistencias. Pero si consigo explicar con más claridad lo que<br />
pienso, esta resistencia enseguida se suaviza y algunos reaccionan<br />
sorprendidos. Uno de mis interlocutores dijo una vez: «Es cierto,<br />
¿por qué pienso que mis padres se morirían si les mostrara lo que<br />
de verdad siento por ellos? Tengo derecho a sentir lo que siento.<br />
No se trata de venganza, sino de sinceridad. ¿Por qué en las clases<br />
de religión la sinceridad sólo se valora como un concepto abstracto,<br />
pero a la hora de la verdad, en el trato con los padres, resulta<br />
que va contra las reglas?».<br />
Sí, qué bonito sería que uno pudiese hablar con los padres con<br />
franqueza. Después de todo, el modo en que eso les afecte queda<br />
fuera de nuestro alcance, pero sería una oportunidad para nosotros,<br />
para nuestros hijos y, no en último lugar, para nuestro<br />
<strong>cuerpo</strong>, que nos ha conducido hasta nuestra verdad.<br />
No deja de asombrarme esta capacidad del <strong>cuerpo</strong>. Lucha contra<br />
la mentira con una tenacidad y una inteligencia sorprendentes.<br />
Las exigencias morales y religiosas no logran engañarlo ni<br />
confundirlo. Al niño se le alimenta con moral, y éste acepta el alimento<br />
de buen grado porque quiere a sus padres; pero durante la<br />
etapa escolar sufrirá un sinfín de enfermedades. <strong>El</strong> adulto utiliza<br />
su brillante intelecto para luchar contra la moral, es posible que<br />
sea filósofo o poeta. Sin embargo, sus verdaderos sentimientos<br />
hacia su familia, que ya en la escuela quedaron ocultos por sus<br />
achaques, bloquean su musculatura, como fue el caso de Schiller y<br />
también de Nietzsche. Al final, el adulto será una víctima de sus<br />
padres, de la moral y la religión de éstos, pese a que haya descubierto<br />
todas las mentiras de la «sociedad». Pero reconocer la<br />
propia mentira, ver que uno ha sido una víctima de la moral, es<br />
más difícil que escribir tratados filosóficos o valientes dramas. Y,<br />
no obstante, son los procesos internos del individuo, y no sus