Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
155/176<br />
terapias. No he tardado mucho tiempo en leerlo, al menos muy<br />
poco comparado con el largo tiempo en que acudí a las terapias<br />
debido a mi anorexia nerviosa. Ahora me doy perfecta cuenta de<br />
lo alejada que estaba de mis sentimientos y de cómo me aferré<br />
siempre a la esperanza de poder entablar algún día una relación<br />
auténtica con mis padres. Pero todo esto ha cambiado desde<br />
entonces. Ya hace un año que no voy a terapia con Susan y ya no<br />
la necesito, porque ahora soy capaz de darle a la niña que hay en<br />
mí la comprensión que experimenté con Susan por primera vez<br />
en mi vida. Ahora acompaño a la niña que un día fui y que sigue<br />
viviendo en mí. Puedo respetar las señales de mi <strong>cuerpo</strong>, y he<br />
visto que, sin ejercer ninguna presión sobre él, los síntomas desaparecen.<br />
Ya no tengo anorexia, tengo ganas de comer y de<br />
vivir. Tengo algunos amigos con los que puedo hablar con franqueza,<br />
sin miedo a que me juzguen. Las antiguas expectativas<br />
con respecto a mis padres se han disipado de forma espontánea<br />
desde que no sólo mi parte adulta, sino también la niña que hay<br />
en mi interior ha entendido que, debido a su anhelo, fue totalmente<br />
censurada y rechazada. Además, ahora ya no me siento<br />
atraída por personas que podrían frustrar mi necesidad de sinceridad<br />
y franqueza. Tropiezo con personas que tienen necesidades<br />
parecidas a las mías, ya no tengo palpitaciones por las<br />
noches ni miedo de sentirme en un túnel. Mi peso es normal,<br />
mis funciones corporales se han estabilizado y no tomo medicamentos,<br />
pero también evito contactos a los que sé que tendría<br />
una reacción alérgica. Y sé por qué. Entre esos contactos están<br />
también mis padres y algunos familiares, que durante muchos<br />
años han estado dándome buenos consejos».<br />
Pese a este cambio tan positivo, la persona real, a la que aquí he<br />
llamado Anita, experimentó un tremendo retroceso cuando su<br />
madre logró forzarla a que la visitara a menudo. La madre enfermó<br />
y culpó a Anita de su enfermedad, pues ésta tendría que haber