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El cuerpo nunca miente - Alice Miller

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Los famosos recuerdos que afloran en la célebre escena en que<br />

Proust moja la magdalena en el té ponen de manifiesto uno de esos<br />

escasos momentos de felicidad en que se sentía a salvo y protegido<br />

por su madre. Cierto día, a los once años, volvió helado y<br />

empapado de un paseo, y su madre lo abrazó y le dio un té caliente<br />

con una magdalena. Sin reproches. Obviamente, eso bastó<br />

para que durante un tiempo desaparecieran las angustias mortales<br />

del niño, que probablemente permanecían latentes desde su<br />

nacimiento y tenían que ver con la incertidumbre de sentirse o no<br />

deseado.<br />

A través de las habituales reprensiones y manifestaciones críticas<br />

de sus padres, estos miedos latentes se fueron despertando<br />

una y otra vez. <strong>El</strong> inteligente niño pudo haber pensado: «Mamá,<br />

soy una carga para ti, te gustaría que fuera distinto, ¡me lo demuestras<br />

tan a menudo!; siempre me lo estás diciendo». De<br />

pequeño, Marcel no pudo expresar esto con palabras, y las causas<br />

de sus miedos permanecieron ocultas a todos. Solo, acostado en la<br />

cama, esperaba una demostración de amor de su madre y que ésta<br />

le explicara por qué quería que fuese diferente de como era. Y eso<br />

le dolía. <strong>El</strong> dolor era, al parecer, demasiado grande para poder<br />

sentirlo, y sus descubrimientos e interrogantes fueron dilucidados<br />

desde la literatura y desterrados al reino artístico. A Marcel<br />

Proust se le negó la posibilidad de descifrar el enigma de su vida.<br />

Creo que el «tiempo perdido» aludía a la vida que no vivió.<br />

Sin embargo, la madre de Proust no era peor ni mejor que la<br />

mayoría de las madres de aquella época; no cabe duda de que, a<br />

su manera, ella se preocupaba por el bienestar de su hijo. No obstante,<br />

no puedo estar de acuerdo con el coro de biógrafos que<br />

elogia sus cualidades maternales, porque no me identifico con el<br />

sistema de valores de esos biógrafos. Uno de ellos afirma, por<br />

ejemplo, que la madre fue para el hijo un modelo de abnegación,<br />

algo que considera una virtud. Tal vez sea cierto que Proust

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