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El cuerpo nunca miente - Alice Miller

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una ignorancia voluntaria con respecto a las causas de una enfermedad,<br />

y en consecuencia también con respecto a las posibilidades<br />

de tratamiento de la misma. Los actuales investigadores del<br />

cerebro saben desde hace unos cuantos años que la carencia de un<br />

lazo apropiado y seguro con la madre desde los primeros meses<br />

de vida hasta los tres años deja huellas decisivas en el cerebro y<br />

ocasiona serios trastornos. Se tardaría mucho en extender este<br />

conocimiento entre los terapeutas en período de formación. Para<br />

eso tendrían que dejar que mermaran un poco las perjudiciales<br />

influencias de su educación tradicional. Ya que ha sido a menudo<br />

la educación, la pedagogía venenosa, la que nos ha prohibido<br />

cuestionar los actos de nuestros padres. Así mismo, la moral convencional,<br />

los preceptos religiosos y, no en último lugar, algunas<br />

teorías del psicoanálisis han contribuido a que incluso los pedagogos<br />

vacilen a la hora de percibir y señalar sin tapujos la responsabilidad<br />

de los padres. Temen que éstos se sientan culpables,<br />

pues creen que eso perjudicaría al niño.<br />

Pero yo estoy convencida de lo contrario. Saber la verdad también<br />

puede actuar como detonante si el apoyo está garantizado.<br />

Naturalmente, el terapeuta no puede cambiar a los padres del<br />

niño «perturbado», pero puede coadyuvar a una mejora considerable<br />

de su relación con el niño, siempre y cuando les proporcione<br />

las herramientas necesarias. Puede, por ejemplo, abrirles un acceso<br />

a nuevas experiencias si les informa de la importancia de una<br />

comunicación «nutricia» y les ayuda a aprender cómo funciona<br />

ésta. Si los padres se la niegan al niño, no suele ser con mala intención,<br />

sino porque de pequeños no conocieron <strong>nunca</strong> esta<br />

forma de ayuda ni sabían que existiese algo así. Pueden aprender<br />

junto con sus hijos a comunicarse de manera satisfactoria, pero<br />

sólo si ya no tienen miedo, es decir, si han obtenido el apoyo total<br />

de su terapeuta, liberado de esa pedagogía venenosa y, por tanto,<br />

está completamente del lado del niño.

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