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una ignorancia voluntaria con respecto a las causas de una enfermedad,<br />
y en consecuencia también con respecto a las posibilidades<br />
de tratamiento de la misma. Los actuales investigadores del<br />
cerebro saben desde hace unos cuantos años que la carencia de un<br />
lazo apropiado y seguro con la madre desde los primeros meses<br />
de vida hasta los tres años deja huellas decisivas en el cerebro y<br />
ocasiona serios trastornos. Se tardaría mucho en extender este<br />
conocimiento entre los terapeutas en período de formación. Para<br />
eso tendrían que dejar que mermaran un poco las perjudiciales<br />
influencias de su educación tradicional. Ya que ha sido a menudo<br />
la educación, la pedagogía venenosa, la que nos ha prohibido<br />
cuestionar los actos de nuestros padres. Así mismo, la moral convencional,<br />
los preceptos religiosos y, no en último lugar, algunas<br />
teorías del psicoanálisis han contribuido a que incluso los pedagogos<br />
vacilen a la hora de percibir y señalar sin tapujos la responsabilidad<br />
de los padres. Temen que éstos se sientan culpables,<br />
pues creen que eso perjudicaría al niño.<br />
Pero yo estoy convencida de lo contrario. Saber la verdad también<br />
puede actuar como detonante si el apoyo está garantizado.<br />
Naturalmente, el terapeuta no puede cambiar a los padres del<br />
niño «perturbado», pero puede coadyuvar a una mejora considerable<br />
de su relación con el niño, siempre y cuando les proporcione<br />
las herramientas necesarias. Puede, por ejemplo, abrirles un acceso<br />
a nuevas experiencias si les informa de la importancia de una<br />
comunicación «nutricia» y les ayuda a aprender cómo funciona<br />
ésta. Si los padres se la niegan al niño, no suele ser con mala intención,<br />
sino porque de pequeños no conocieron <strong>nunca</strong> esta<br />
forma de ayuda ni sabían que existiese algo así. Pueden aprender<br />
junto con sus hijos a comunicarse de manera satisfactoria, pero<br />
sólo si ya no tienen miedo, es decir, si han obtenido el apoyo total<br />
de su terapeuta, liberado de esa pedagogía venenosa y, por tanto,<br />
está completamente del lado del niño.