Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
158/176<br />
sentir, con la que descubrió sus propias emociones y se atrevió a<br />
vivirlas y expresarlas. A partir de ese momento supo qué alimento<br />
buscaba y necesitaba, logró entablar relaciones nuevas y romper<br />
con las viejas, de las que había esperado algo que desconocía.<br />
Ahora sabía qué alimento buscaba, Susan se lo había dado y, gracias<br />
a esta experiencia, pudo más tarde reconocer también los<br />
límites de su terapeuta. Ya <strong>nunca</strong> más tendrá que esconderse en<br />
un agujero para huir de las mentiras que le ofrezcan. Su verdad<br />
siempre las contrarrestará y no tendrá que volver a pasar hambre,<br />
porque ahora la vida merece la pena.<br />
La verdad es que el relato de Anita no precisa ningún comentario,<br />
los hechos que describe ilustran los mecanismos que su historia<br />
revela. En el origen de la enfermedad está el hambre de Anita<br />
por un contacto afectivo auténtico con los padres y los amigos.<br />
Y la curación fue, al fin, posible en cuanto Anita experimentó que<br />
hay personas que quieren y pueden entenderla.<br />
Entre las principales emociones reprimidas (contenidas o disociadas)<br />
en nuestra infancia, y que se hallan almacenadas en las células<br />
de nuestro <strong>cuerpo</strong>, está el miedo. Un niño al que han pegado,<br />
inevitablemente tiene un miedo constante a nuevas palizas; pero,<br />
por otro lado, no puede vivir sabiendo que lo han tratado con<br />
crueldad. Ha de reprimir ese conocimiento. De igual modo, el<br />
niño desatendido no puede vivir su dolor de forma consciente, y<br />
menos aún expresarlo, por temor a ser abandonado por completo.<br />
Así que se aferra a un mundo irreal, más bello e ilusorio. Eso le<br />
ayuda a sobrevivir.<br />
Cuando en el adulto, a través de sucesos de lo más banales, se<br />
desencadenan las emociones reprimidas en el pasado, éstas apenas<br />
gozan de comprensión: «¿Yo? ¿Miedo a mi madre? Pero si es<br />
absolutamente inofensiva, me trata con cariño y hace todo lo que