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El cuerpo nunca miente - Alice Miller

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¿cómo? ¿Cómo se les va a decir algo así a unas personas que<br />

vienen a este hospital a hacer su trabajo, que en el informe sólo<br />

quieren apuntar sus éxitos (“Anita, ¿ya te has comido medio<br />

panecillo?”), y que por las noches se alegran de dejar, al fin, a<br />

los esqueletos y escuchar buena música en sus casas?<br />

»Nadie quiere escucharme. Y el simpático del psiquiatra finge<br />

que escucharme es el objetivo de su visita, pero me da la impresión<br />

de que sus objetivos son otros muy distintos, lo veo<br />

claramente en su manera de animarme, de quererme animar a<br />

vivir (¿cómo se anima a eso?), de explicarme que aquí todos<br />

quieren ayudarme, que seguro que mi enfermedad remitirá<br />

cuando gane confianza; que sí, que estoy enferma porque no<br />

confío en nadie, pero que aquí aprenderé a hacerlo. Entonces el<br />

hombre mira qué hora es y supongo que piensa lo bien que<br />

podrá disertar sobre este caso en el seminario de esta noche, diciendo<br />

que ha encontrado la clave de la anorexia: la confianza.<br />

¡Qué tonto! ¿Qué pretendes conseguir predicando la confianza?<br />

Todo el mundo me habla de confianza, pero ¡no la merecen! Y tú<br />

finges que me escuchas, pero lo único que quieres es impresionarme,<br />

quieres gustarme, deslumbrarme, que te admire y, por las<br />

noches, encima hacer un buen negocio a mi costa, y explicarles a<br />

tus colegas del seminario la habilidad con la que has logrado<br />

que una mujer inteligente gane confianza.<br />

»¡Qué tío tan engreído! Por fin he descubierto tu juego, a mí<br />

no vuelves a colármela; no es gracias a ti por lo que estoy mejor,<br />

sino gracias a Nina, la mujer de la limpieza portuguesa, que a<br />

veces se ha quedado conmigo por las noches y me ha escuchado<br />

de verdad, que se indignó con mi familia antes de que yo misma<br />

me atreviese a hacerlo, posibilitando así mi propia indignación.<br />

Gracias a las reacciones que en Nina provocó lo que yo le conté,<br />

empecé a sentir y a darme cuenta de la frialdad y la soledad en<br />

las que he crecido, totalmente aislada. ¿De dónde saco entonces<br />

la confianza? Las conversaciones con Nina me abrieron primero<br />

el apetito, empecé a comer y experimenté que la vida tenía algo

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