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¿cómo? ¿Cómo se les va a decir algo así a unas personas que<br />
vienen a este hospital a hacer su trabajo, que en el informe sólo<br />
quieren apuntar sus éxitos (“Anita, ¿ya te has comido medio<br />
panecillo?”), y que por las noches se alegran de dejar, al fin, a<br />
los esqueletos y escuchar buena música en sus casas?<br />
»Nadie quiere escucharme. Y el simpático del psiquiatra finge<br />
que escucharme es el objetivo de su visita, pero me da la impresión<br />
de que sus objetivos son otros muy distintos, lo veo<br />
claramente en su manera de animarme, de quererme animar a<br />
vivir (¿cómo se anima a eso?), de explicarme que aquí todos<br />
quieren ayudarme, que seguro que mi enfermedad remitirá<br />
cuando gane confianza; que sí, que estoy enferma porque no<br />
confío en nadie, pero que aquí aprenderé a hacerlo. Entonces el<br />
hombre mira qué hora es y supongo que piensa lo bien que<br />
podrá disertar sobre este caso en el seminario de esta noche, diciendo<br />
que ha encontrado la clave de la anorexia: la confianza.<br />
¡Qué tonto! ¿Qué pretendes conseguir predicando la confianza?<br />
Todo el mundo me habla de confianza, pero ¡no la merecen! Y tú<br />
finges que me escuchas, pero lo único que quieres es impresionarme,<br />
quieres gustarme, deslumbrarme, que te admire y, por las<br />
noches, encima hacer un buen negocio a mi costa, y explicarles a<br />
tus colegas del seminario la habilidad con la que has logrado<br />
que una mujer inteligente gane confianza.<br />
»¡Qué tío tan engreído! Por fin he descubierto tu juego, a mí<br />
no vuelves a colármela; no es gracias a ti por lo que estoy mejor,<br />
sino gracias a Nina, la mujer de la limpieza portuguesa, que a<br />
veces se ha quedado conmigo por las noches y me ha escuchado<br />
de verdad, que se indignó con mi familia antes de que yo misma<br />
me atreviese a hacerlo, posibilitando así mi propia indignación.<br />
Gracias a las reacciones que en Nina provocó lo que yo le conté,<br />
empecé a sentir y a darme cuenta de la frialdad y la soledad en<br />
las que he crecido, totalmente aislada. ¿De dónde saco entonces<br />
la confianza? Las conversaciones con Nina me abrieron primero<br />
el apetito, empecé a comer y experimenté que la vida tenía algo