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nuestra moral, que desde siempre se ha situado del lado de los<br />
adultos y en contra del niño. Desde esta perspectiva <strong>nunca</strong> ha podido<br />
percibirse el sufrimiento infantil; de este razonamiento nació<br />
mi idea de los foros, en los que la gente habla de su sufrimiento y<br />
que con el tiempo ponen de manifiesto —así lo espero— lo que<br />
tiene que soportar un niño si carece del apoyo de la sociedad. Gracias<br />
a estos informes se comprende el porqué del odio, que puede<br />
llegar tan lejos como para que niños inicialmente inocentes, más<br />
tarde, de adultos, sean por ejemplo capaces de hacer realidad los<br />
delirios de un loco y organizar, apoyar, llevar a cabo, defender y<br />
olvidar un holocausto gigantesco.<br />
La pregunta, no obstante, acerca de cuáles han sido las improntas,<br />
los malos tratos y las humillaciones que han contribuido<br />
a que niños absolutamente normales se conviertan en monstruos,<br />
sigue omitiéndose por todos como antes. Tanto los monstruos<br />
como las personas que han dirigido contra sí mismas los sentimientos<br />
de rabia e ira, y que han enfermado, defienden de cualquier<br />
reproche a los padres que, en el pasado, les pegaron brutalmente.<br />
No saben cómo les han influido los malos tratos, no saben cuánto<br />
han sufrido por ellos ni quieren saberlo. Consideran que aquello<br />
se hizo por su bien.<br />
Tampoco en las guías de autoayuda ni, en general, en la bibliografía<br />
sobre la asistencia terapéutica se detecta una inclinación<br />
clara en favor del niño. Al lector se le aconseja que abandone el<br />
papel de víctima, que no acuse a nadie del desbaratamiento de su<br />
vida, que sea fiel a sí mismo para conseguir liberarse del pasado e,<br />
incluso, que mantenga buenas relaciones con sus padres. En estos<br />
consejos percibo las contradicciones de la pedagogía venenosa y<br />
de la moral tradicional. Veo también en ellos el peligro de abandonar<br />
al niño en otros tiempos atormentado por su confusión y su<br />
sobresfuerzo moral, con lo que tal vez <strong>nunca</strong> pueda convertirse en<br />
adulto.