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Decargar libro - Manuel Requena

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" 325"<br />

sentido común a todos los sentidos. Es por eso que ya nada me sabe bien, si no<br />

tiene sabor a Ti, a tu sabiduría!. Y yo no sé nada, soy un necio insípido completo, si<br />

no sepo a Ti, si no pongo en todas mis cosas, especialmente cuando me relaciono,<br />

ese sabor a Ti que me dejas cuando me acaricias con tus manos de luz, en el<br />

misterio de tus sacramentos. Esa es la prudencia con que nos gobiernas, y con la<br />

que haces que nuestro vivir y nuestro obrar estén del todo consagrados a Ti, por<br />

nuestro Señor Jesucristo, esos signos o toques de tu amor, que limpian, iluminan y<br />

alimentan. Así nos haces tu de amor, del amor que nos trajo tu Hijo, amor de<br />

muerte y de resurrección, amor de caer y levantarse mas vivo que antes, amor de<br />

hundirse hasta el fondo, y subir como un corcho hasta la superficie de nuestra<br />

experiencia contigo, hasta nuestro horizonte, donde parece que se junta el cielo<br />

tuyo con la mar nuestra, y que no es un línea lejana, sino lo más cercano que<br />

tenemos.<br />

4.- PALABRA<br />

Cuántas cosas nos dices cada día. Desde que salgo del sueño, antes que alumbre el<br />

sol, siento que llamas, aunque no sepa como. Lo intuyo cuando brota el recuerdo<br />

de ti, y veo en una semitransparencia del mundo, tus manos que lo hacen. Yo me<br />

siento también hecho por ellas, y me dan ganas de cantarlo. Y lo hago, con tus<br />

salmos, los que la Iglesia me pone en la oración de Laudes. Pero no es suficiente,<br />

necesito también contarlo, y Tú me has dado el método que regalaste al hombre<br />

casi desde que lo creaste: la palabra.<br />

Cuando expulsaste a Adán y Eva del paraíso, dice el relato escrito en el Libro de<br />

Génesis, que se abrieron sus ojos, y allí se dieron cuenta de que estaban desnudos,<br />

se vieron como eran. Y Tú los arropaste, con unos vestidos que hiciste a su medida,<br />

con pieles de animales, o con hojas de parra que los pintan también. Yo creo que en<br />

realidad los vestiste de palabra. Porque de aquella comunicación en intuición<br />

directa que tenían en su estado preternatural, pasaron al trabajo de tener que<br />

expresarse, escondiendo sus almas bajo esa vestimenta que llamamos lenguaje.<br />

No me importa decir que mi ropa es aún el lenguaje, que deja ver lo que quiero de<br />

mi esencia, de mi verdad interior, que arropo y acicalo a mi manera en la palabra.<br />

Tú también te has escondido en un lenguaje, o mejor dicho en todos los lenguajes,<br />

en tu Verbo, que se hace verbo del hombre, para entregarnos la imagen de tu<br />

esencia, que es esencia contigo. ¡Qué gran misterio ese! Tu Verbo, tu Palabra de<br />

Dios, hecho palabra de hombre. Como noticia tuya. Y nadie puede entrar a Ti, si no<br />

es por ella, por la puerta de luz viva que Tú engendras. Con la llave de tu nombre.<br />

Y eso es lo que me pides muchas veces, que confiese tu nombre: que traduzca lo<br />

que de ti conozco, con palabras de mi tiempo. Que te alabe con cantos de mi<br />

tiempo: que diga, con los signos o fonemas del lenguaje nuestro, lo bueno que Tú<br />

eres. Que te dé gracias, en la forma que tengo de expresarme, que es un regalo

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