Decargar libro - Manuel Requena

" 344"
destino, su cielo, su orden y su Dios, el Dios que en la plenitud del tiempo que
describe, se haría hombre por fin, y llegaríamos a saber que Él mismo, es nuestro
principio.
Cuando el hombre descubre la Palabra que escrita o hablada, revela la obra de
Dios, ha empezado a vivir la historia del cristianismo, la unción de la verdad,
conozca al Cristo Jesús o no, es su propia esencia de hombre la que encuentra, su
principio creador. Cuando se escribe el Génesis, ha comenzado la plenitud de la
historia, que será de salud, de conocimiento de lo que dice Dios.
No está escribiendo el principio del tiempo, sino el principio de la historia de la
salvación. Está su autor aprendiendo y enseñando, cual es nuestra justicia. Está
empezando a ser inteligente ("intus-ligencia") del misterio, la inteligencia de la
salud del hombre.
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Hoy he sabido más sobre tus cosas y sobre mí mismo. He resabido que cuando me
llamaste a mi pequeña experiencia de muerte, y me devolviste a este mundo tuyo y
nuestro, me regalaste la vivencia especial de tu Palabra. A vivir en ella como en mi
nueva casa. Y los que la escribieron a tu Son, son mis hermanos.
Dame mano de luz para tocarte, te pedí, e iluminar al mundo, y siento que de
alguna forma me la has dado, en forma de pasión poderosa de escribir.
Ahora me queda aprender a decirla como tocando la experiencia de la fe.
Tu luz y la tiniebla, la noche y el día, la tierra y el mar, y el fruto de la tierra y sus
semillas..... todo está en tu Palabra.
¡GRACIAS POR LLAMARME!
No se bien como escribir lo que me has dado. Si he destapado nuestra intimidad,
házmelo saber para que no te ofenda también en esto.
Si algún hermano de la casa se puede aprovechar, bendito seas.
Darte gracias a corazón abierto por este momento de la historia, principio de un
milenio, en nombre de la Iglesia y en tu Hijo, es una vocación hermosa. Es un lujo
del hombre, dedicarse a vivir en tu presencia. Tan solo darte gracias, sin otra
pretensión que esa: agradecerte, "engrandecerte", dijo tu esclava, nuestra madre.
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Todos y cada uno de tus hijos deberíamos dar gracias cada día, siquiera sea un
segundo solo así, de alabanza, de 'acción de gracias'. Sin pedir nada. Sé bien que a
algunos te los has reservado solo para eso: oírte, (ob-audirte) obedecerte, y
responder a tu don y tu presencia dando gracias.
No conozco una profesión más noble y hermosa que esa: dialogar contigo. No
tener otra cosa que hacer que estar abierto a tu luz constante, respondiendo con tu
misma acción, la 'acción de gracias', y con tu misma pasión que nos redime. Acción
y pasión son la esencia del Verbo, y unidas en un acto, son Eucaristía, la gran
acción de gracias, su pasión presente de nuevo entre nosotros, su nueva esencia
conquistada en tu seno, para nosotros.
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