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Decargar libro - Manuel Requena

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" 36"<br />

seguidores y discípulos. Alguna vez en concreto, los envió al mar, a su mar interior<br />

de Tiberiades, mientras El se quedaba en la tierra firme, orando. Y pasó lo que<br />

tenía que pasar, para enseñarnos a conocer el sentido de la vida y de las escrituras:<br />

el mar comenzó a moverse y encresparse, hasta poner en peligro a los navegantes.<br />

Y ahí fue donde intervino el Maestro al rescate. Los buscó caminando por encima<br />

del mar y la tormenta, los encontró, y enseguida llegaron al puerto de la tierra<br />

firme.<br />

Para Jesús, el lugar de la oración era la tierra, y el lugar de la zozobra y del trabajo,<br />

el mar. Al menos es una experiencia que relatan los Evangelios, que puede<br />

servirnos de meditación y de clave, para entender alguno de los sentidos de la<br />

Escritura.<br />

El mar ciertamente 'lo hizo El', pero la 'tierra firme la modelaron sus manos'. No es<br />

cualquier tierra, sino la tierra firme, la tierra de la fe y del encuentro, la tierra en la<br />

que modeló al hombre con sus manos de Espíritu, y por eso le salió semejante a sí<br />

mismo. El hombre que llega a recrear la imagen de Dios, a limpiarla y dejarla<br />

visible para sus hermanos, es la 'tierra firme' que modelaron y modelan sus manos<br />

todavía.<br />

Tierra firme, de sus apóstoles, tierra firme de los Padres de la Iglesia, tierra firme<br />

los sacerdotes y pastores de la Iglesia. Tierra firme, cada uno de nosotros, cuando<br />

oramos, cuando entramos a su presencia dándole gracias, solos o en la plenitud de<br />

la comunidad orante.<br />

ENTRAD POSTREMONOS POR TIERRA, BENDICIENDO AL SEÑOR,<br />

CREADOR NUESTRO.<br />

Llamada a la oración, que ahora indica la postura, no solo del cuerpo, “postrados<br />

por tierra”, por la tierra de Dios, por la tierra de la Escritura y de la fe, sino<br />

también del alma, ‘bendiciendo al Señor’<br />

Enganchando con el sentido del versículo anterior, no invita el salmo a postrarse<br />

en el mar, o a entrar en el mar, sino en la tierra, y nos dice cómo se debe postrar<br />

uno en esa tierra santa: ‘Bendiciendo al Señor, creador nuestro’, porque hizo al<br />

hombre de esa tierra firme del amor, para que se parezca a El. Hoy es fácil saber<br />

que postrarse en la tierra de Dios, es simplemente amar, y que bendecir, en la<br />

verdad, no es cosa muy distinta.<br />

La tierra en la que debe entrar el hombre, es la semejanza de Dios, y una vez que<br />

ha llagado siquiera a comenzar a modelarse en esa semejanza, aprende<br />

connaturalmente a bendecir, a decir-bien del que lo guía hasta la vida, y lo va<br />

llevando hasta El mismo que es la Vida.<br />

Las formas de hablar, y las figuras de la vida espiritual que se transmiten en la<br />

Escritura santa, se van explicando unas a otras de forma que se entienden cada vez

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