Decargar libro - Manuel Requena

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Como en los alimentos que antes casi solo me sabían a sal, y ahora que me la han
prohibido, me saben a sus propios sabores, casi desconocidos antes, así en la vida
espiritual y del amor, adquiero mil sabores nuevos, al estar limpios los conductos
de apreciar, los sentidos de la luz interior.
El gran sabor de la vida del espíritu, es el principio de la Sabiduría. La admiración,
la necesidad, la sed, la experiencia religiosa en el templo, la experiencia de la gracia
que aflora en la alabanza, y en el banquete del reino, que deja el sabor a El, todo
eso no sería nada, o al menos muy poco sin la gran conclusión tranquilizante y
cumbre de todo el camino: La unión, en un abrazo de su derecha, que la sostiene, y
le da al alma que llega a ese sostén, la seguridad de su amor cercano, saciativo
total, sentido final de la vida del hombre y de la creación entera.
Cuando se descubre en la plenitud del Nuevo Testamento que ''todo está hecho
por El y para El'', no estaría completo el mensaje del Evangelio, y los demás
escritos, si el ‘por y El para El’ de la humanidad, no fuera una unión profunda,
engendrativa de la vida eterna, sin tiempo ni espacio, de la vida del Padre y del
Hijo en el Espíritu, que viene anticipada como mensaje profético en el Salmo 62.
La experiencia de David en el desierto, es un anticipo de la experiencia del Cantar
de los Cantares, en el que la figura de la unión será la del amor de hombre y mujer,
y en definitiva de Cristo con su Iglesia, con la humanidad.
La experiencia de la unión tras el desierto, en la lucha, en la persecución y en el
abandono, es un anticipo de la plenitud de Jesús, que proclamó con su vida la
unión total tras la muerte en cruz, y justamente por ella.
Cada uno mida su camino, y el lugar en que se encuentra en dirección a la unión
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-.IV.-
AL PROLOGO DEL EVANGELIO DE S. JUAN
Es seguramente uno de los textos que más luz me han dado y más bien me han
hecho personalmente, en el conocimiento de la Gracia. Mi comentario nace de una