Decargar libro - Manuel Requena

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LE CONOCE
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“En el cosmos está” dice el griego, con el sentido joánico del término “cósmico”: en
todo lo que existe, grande o chico, en todo lo que sucede, el hombre puede
conocerlo, porque solo el hombre tiene el instrumento preciso para orientarse hacia
Él, pero por otro misterio de ignorancia, no lo hace, no lo reconoce. Es la
contraposición del mundo de la fe, el mundo del apóstol, que lo llama ‘este
mundo’, (el mundo del conocimiento), al mundo de la ignorancia de Dios, al
mundo de los sentidos, al “cosmos”.
Apenas si estamos aprendiendo aún los hombres, a manejar algunas energías del
cosmos, como niños todavía que juegan a moverse, a viajar impulsados por el
viento, o por la combustión de los elementos. Pero cosa admirable, el mismo
hombre-mundo que no le conoce, tiene en su interior la inquietud de buscarlo, y en
todas las culturas ha buscado su luz, quiere ser como El: decir una palabra y que se
cumpla al instante en el mundo material, en el cosmos. Esa es la pretensión de
todos los ritos esotéricos que conozco, decir una fórmula, y lograr un resultado
físico a voluntad del dicente.
Y eso es lo que hizo Jesús, así manifestó que era Dios, Hijo de Dios. Solo la Luz
creadora primaria y simple, que llamamos Dios, dice algo .... y se hace. “Dijo que
sea el cosmos.... y se hizo...”. Hasta un muerto al que le diga “levántate”, al
instante se levanta, y sale de su tumba aunque esté atado con las vendas de la
muerte, de pies y manos, como Lázaro. Pero para eso hay que conocerlo, hay que
escucharlo, hay que recibirlo... hacerse uno con El, de su naturaleza de luz. ¡Quien
pudiera...¡
La Biblia nos enseña un nombre de Dios, que define a Jesús perfectamente, aunque
suene un poco largo en castellano sería así la traducción en una sola palabra: YO
SOY “LODIGOYLOHAGO”, o “LOQUEDIGOSEHACE”. Palabra y ser, en El son
la una misma cosa.
El problema del cosmos, es por tanto de conocimiento. Y sigue siendo el del
hombre de hoy. No conoce su “principio”, su “arquetipo”, y lo busca todavía al
principio del tiempo, queriendo llegar a ese primer segundo de su existencia... y no
puede, porque no es cuestión de tiempo, sino de darse cuenta que es ‘ahora
mismo’, en un momento eterno, con toda la riqueza que tienen los momentos,
cuando para el que ama se hacen mementos, donde se le conoce. Donde se
descubre la identidad del hombre.
También lo busca el hombre en el espacio, y quiere siempre romper el “non plus
ultra”, que limita su conocimiento de lo grande y de lo pequeño, pero tampoco lo
encontrará en un mas allá de lo que ahora conoce, porque donde creo que está,