Decargar libro - Manuel Requena
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" 329"<br />
Déjame estar seguro en tu Proceso,<br />
con el que hiciste los amaneceres,<br />
que vuelva cada instante hacia la fuente limpia de mis cosas,<br />
llenando la conciencia de ti,<br />
mi tierra prometida...<br />
Hazte jardín en esta tierra húmeda de amores de tu nombre,<br />
siembra tu flor, que nunca se marchita,<br />
y cada día tiene nuevo aroma,<br />
semilla de tu cruz, ya florecida,<br />
que llaman SIEMPRE-VIVA.<br />
+++++++++++++++++++++++<br />
7.- CONVERSIÓN, TIERRA DE LA EXPERIENCIA<br />
He visto tierra firme en la aventura de mi vida, que estaba en un seminaufragio.<br />
He puesto pie en la orilla, al otro lado del mar muerto, y he visto renacer el Sol que<br />
sale de lo alto, y me ha besado.... y me ha devuelto al mundo.<br />
Hoy sé, de otra manera, que ya no acaba nunca su luz, aunque a veces parezca luz<br />
de tarde. Su ocaso será solo premeditada técnica de un nuevo encuentro, más<br />
hondo, mas profundo. Mañana, ya lo sé, ¡siempre estarás Tú!<br />
Quizás la Luz que brota de la Vida, sea esta sencillez de la experiencia humana,<br />
que tanto me has pedido, y tanto te he rogado, espoleado por el mismo Espíritu<br />
tuyo que me hace orar. Y tengo que decirte que la acepto. Parece soledad, pero en<br />
cuanto se afina el sentido de la presencia interior, uno descubre que es eterna<br />
compañía, y se empieza a creer que por fin se ha llegado al camino de la patria.<br />
Te doy gracias, por ser, por entender, por haberme abierto el oído a tu voz, cuando<br />
llamas, cuando entras... Cuando me orientas hacia el Padre, cuando me llevas a la<br />
misma orilla donde le preparaste el pescado y el pan a tus amigos, y al lado de tus<br />
brasas, me preguntas de nuevo si te amo, como le preguntaste a Pedro... El me ha<br />
apacentado, y enseñado a quererte... y te digo como te dijo el,- y yo mismo te dije el<br />
día en que me transmitiste el sacerdocio- “Tu lo sabes todo Señor, tu sabes que te<br />
quiero...”<br />
Ellos, tus Apóstoles, no te reconocieron físicamente en aquel sacramento de tu<br />
barbacoa, pero ninguno dijo nada, “porque sabían que eras Tú”. Dame ahora, y para<br />
siempre, esa gracia de “saber” cuando eres Tú, quien eres Tú, cómo eres Tú.<br />
Dame la eterna gracia de “saberte”, como te supo Juan, el que se echó en tu pecho.<br />
Dame ser sabio, saber, saborearte.... como te sabe y saborea la santa madre Iglesia.<br />
......................<br />
¡Ya viene!,