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Decargar libro - Manuel Requena

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" 326"<br />

tuyo. Y no lo puedo hacer, sino juntando sílabas y letras, que tienen un sentido<br />

aprendido del formato de idioma, y formando palabras que te agraden, se<br />

parezcan en algo a la tuya: Tu Verbo. Es lo que al hombre importa, que suene el<br />

Verbo tuyo, como palabras nuestras, como letras y sílabas que llevan dentro la<br />

noticia de tu nombre. Ese es el reto de encarnarte hoy: empalabrarte.<br />

De hecho lo más sagrado tuyo, de tu esencia, lo santo de tu nombre, lo que<br />

produce tu gozo para siempre, desde donde yo puedo ‘verlo’, y mientras sea un<br />

hombre en este mundo, no es sino palabra. Tu Palabra de Dios, El Verbo eterno<br />

tuyo, pero palabra al fin y al cabo, que yo puedo escuchar, la entienda o no, porque<br />

se ha hecho palabra de hombre. No solo se encarnó y se hizo hombre, sino que<br />

sigue haciéndose palabra de hombre, en la Verdad proclamada por los que siguen<br />

anunciándote.<br />

Como el hombre está hecho a tu imagen, que es tu Verbo, por eso le importa tanto<br />

que todo lo que hace, pueda también ser hecho imagen de si mismo en palabra.<br />

Puede decirlas el, o solamente oír las inventadas, o pronunciadas, o traducidas, por<br />

los especialistas de las palabras, que son muchos. Pero al final, la palabra, que en<br />

libertad se escapa de sus labios, de sus plumas, o de cualquier instrumento que<br />

utilicen, es en verdad la vida. Y es propiedad especial de los sencillos, que tienen<br />

limpio el corazón, y saben escucharla, pronunciarla con sencillez, entenderla,<br />

gozarla, de la única forma posible: empalabrándose.<br />

Lo que más le gusta a la Palabra, hasta donde he podido aprender, no es el sonido<br />

precioso del lenguaje, ni siquiera aderezado con el adorno del canto. Lo que mas le<br />

gusta, y para eso se deja hasta escribir, es que la entiendan, que el hombre, desde<br />

dentro de sí, desde ese órgano especial que tiene para recibirla, le abra su tienda, y<br />

la en-tienda. Y ella se deja en-tender y quedan entendidos, el hombre y la palabra<br />

se comprenden, y quedan hechos uno.<br />

Ese encuentro especial, que hace al Hombre palabra, y a la palabra hombre, es la<br />

Verdad. Si el hombre no puede escuchar, obedecer en el sentido precioso de<br />

“obaudire”, ponerse a recibir y sintonizar con la palabra, surge la mentira, que en<br />

ese aspecto, no sería sino la distonía de una palabra con un hombre, que estando<br />

en tonos diferentes, no encajan, disuenan, se rechazan.<br />

Por eso la palabra también es el camino del hombre hacia otro hombre, y en<br />

especial, camino del encuentro con el que desde siempre es Palabra creadora,<br />

Verbo eterno, hacedor de la palabra del hombre: Hijo del hombre. Camino por el<br />

que viene, y camino por el que vamos, y en ese camino de palabra nos<br />

encontramos. A veces, por desgracia las más, recorremos el camino de la vida sin<br />

reconocerlo, ni invitarlo a que pase, a que se quede con nosotros, siquiera sea un<br />

rato, para atenderlo, y entenderlo, y contenderlo y distenderlo..... y tenderlo<br />

simplemente, jugando después a ponerle todos los prefijos y preposiciones que

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