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Decargar libro - Manuel Requena

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" 38"<br />

necesita mucha descripción. Cuando uno escucha su voz, sabe que escucha su voz,<br />

y que ese estado de conciencia escuchante u obediente, le hace pueblo suyo.<br />

Todo el salmo está dicho desde el principio, por una voz que llama al pueblo, y a<br />

partir de ahora, esa voz en tercera persona, pasa a ser la misma Voz de Dios, sin<br />

escondites, en primera persona.<br />

NO ENDUREZCAIS EL CORAZON COMO EN MERIBÁ, O COMO EL DIA DE<br />

MASSÁ EN EL DESIERTO, CUANDO VUESTROS PADRES ME PUSIERON A<br />

PRUEBA Y ME TENTARON AUNQUE HABIAN VISTO MIS OBRAS<br />

Aquí empieza el salmo a hablar, a exhortar y quejarse, en primera persona. Ya no<br />

es el salmista que invita a entrar a la presencia de Dios, a la alabanza. Supone que<br />

ya hemos entrado, como aquel Israel que entró en el desierto, y que estamos en su<br />

presencia. Por eso, es Dios mismo el que habla en primera persona, directamente al<br />

corazón. Esos cambios de persona del que habla, son una magnífica escuela de<br />

oración, se empieza por la profecía y se acaba por la realidad de la Palabra. Se<br />

empieza por el anuncio y se acaba por la presencia. Se empieza por el Antiguo<br />

Testamento, y se acaba por la presencia de Dios hecho hombre, y el hombre hecho<br />

Dios, que es el Nuevo Testamento.<br />

La queja de Dios en el salmo sobre la pelea con el pueblo en el desierto, cuando<br />

pidieron agua y comida, viéndose perecer, y desconfiando de la providencia y<br />

delicadeza de Dios que los acompañaba, fue subsanada por Jesús en sus<br />

tentaciones en el desierto, aguantando el hambre y la sed durante cuarenta días. El<br />

subsanó la relación, y cumplió el salmo.<br />

Pero el problema no es el estómago, sino el corazón. Dios quiere que el corazón del<br />

hombre no se endurezca, sino que esté blando, modelable, como en aquel barro<br />

primero en el que fue creado, aquella arcilla de la carne mezclada con el agua del<br />

espíritu. Quiere corazones de niño, con toda la capacidad de asombro e ilusión de<br />

los niños. De hecho una exigencia de Jesús, será la de recibir el reino como un niño.<br />

Es curioso que el salmo, ponga en la voluntad del hombre ese fenómeno espiritual,<br />

del “endurecimiento del corazón”. Cuando en el Éxodo se narra la salida de<br />

Egipto, el que endurece el corazón (del Faraón y de los egipcios), siempre es el<br />

mismo Dios. Pero cuando se trata del corazón de los suyos, de su pueblo, son los<br />

suyos mismos los que se lo endurecen. Y no lo reconocen, y dudan de El, y<br />

prefieren de nuevo la esclavitud a la libertad, y el hombre que apenas está saliendo<br />

de la esclavitud, pone a prueba a su Dios, y entra en un 'día amargo', el 'día de la<br />

querella', (Meribá y Masá) y comienza la tristísima historia del endurecimiento del<br />

corazón del hombre, que llevó hasta la cruz a Cristo. Para reblandecer el corazón,<br />

el propio hombre tendrá como remedio la obediencia, la escucha activa de la<br />

Palabra, que lo llevara blandamente a la presencia de Dios.

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