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Decargar libro - Manuel Requena

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Si Tú nos dices ven, y al menos algunos lo dejan todo para acudir a ti tras tu<br />

llamada, ¿no nos darás ejemplo si te llamamos, si te decimos VEN? No me cabe<br />

duda que vendrás, y que lo harás pronto.<br />

Tú viniendo cuando te llamamos, y nosotros yendo a ti cuando Tú llamas, es la<br />

dinámica de los encuentros que en esta vida son el camino del reino.<br />

Le doy gracias a Dios porque me ha enseñado que ya no tengo que moverme<br />

mucho para 'ir a El', para responder con hechos de conciencia a la orden del salmo.<br />

Casi toda mi vida he estado preocupado por lo que Dios querría que hiciese, o a<br />

dónde tendría que ir para agradarle, y por fin encontrarle. Hoy reconozco algo que<br />

era obvio, pero que por mi torpeza no había entendido bien: para alabarlo basta<br />

entrar a la escucha de su voz, no hay que ir físicamente a ningún sitio. Los<br />

auténticos alabadores lo alaban en todos sitios, y en el Espíritu, y en la Verdad de<br />

su Palabra. Como dice luego el mismo salmo, la auténtica alabanza se realiza<br />

'entrando a su presencia'. Ese movimiento interior que lleva al alma entera, al<br />

cuerpo y al espíritu del hombre, desde su ausencia hasta su presencia, es 'ir a El', y<br />

a eso llama el salmo cuando dice VENID.<br />

ACLAMEMOS AL SEÑOR.<br />

Es para eso que nos llama el salmo, y para lo que 'venimos', para aclamarte, porque<br />

has querido hacerte Dios de la aclamación del pueblo que te busca. No solo te has<br />

encarnado, sino que te has ‘enclamado’, te has hecho aclamación nuestra al Padre.<br />

Quizás una traducción en la Iglesia sería VENID, ACLAMEMOS EN EL SEÑOR.<br />

La aclamación, como acto del hombre que pone en evidencia, o saca a relucir, lo<br />

que admira, se refiere en el Salmo, a su Dios, al Señor, en la alabanza, y<br />

especialmente en la adoración.<br />

No es fácil aclamar a Dios. Es mucho más fácil aclamar al futbolista del día, o al<br />

artista de turno, que aclamar a Dios en el siglo veintiuno, sobre todo en público.<br />

Al menos es difícil hacerlo de una forma personal y espontánea, porque cantar en<br />

la iglesia, todos juntos, con los cantos programados es mas fácil, pero aclamarlo<br />

con el corazón, donde y cuando te coja el espíritu de la alabanza, eso ya es mas<br />

difícil. Y exteriorizarlo, aclamarlo delante de los demás, podría acarrear, (con<br />

seguridad lo haría), la calificación de loco.<br />

Yo tengo que dar gracias, porque no siendo nada, me ha permitido aclamarlo<br />

'oficialmente' y por libre, en la liturgia y fuera de la liturgia de la Iglesia, pero en<br />

ella, cantando cantos a su nombre, y tocando instrumentos.<br />

También me ha permitido aclamar de otra forma muy simple, primaria, realizando<br />

escultura con la imagen del Hijo de su Amor, plasmando sus rasgos físicos de<br />

hombre, y sus actos, en volumen, en madera o en mármol, en vidrio o en cerámica.

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