Decargar libro - Manuel Requena
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" 353"<br />
y de los que pasamos por su lado, eso es estar vivo: acechar el escondite del amor,<br />
y provocarlo un poco para que se manifieste. Cuando lo hace y lo seguimos, en los<br />
breves instantes que lo hacemos, decimos que somos felices.<br />
Y esa afirmación parece buena para todas las manifestaciones del amor. Puede<br />
contarse del eros, o de la empatía, del ‘filos’ o del ágape. La técnica es la misma,<br />
misterio que se insinúa, misterio que se codifica, misterio que se descubre, que<br />
llega a un apogeo, que muere y que resucita en cada nuevo encuentro.<br />
Así es ser hombre, nacer morir y resucitar, y en ese camino hacer milagros que<br />
afecten a su relación con otros hombres, con otros nacimientos, con otras muertes,<br />
con otras resurrecciones. El primero de todos, el ejemplo, y el camino perfecto,<br />
Jesús de Nazaret.<br />
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Siempre espero la página perfecta que traduzca tu esencia al renacer en hombre<br />
que vuelve hasta su Padre. Siempre espero mirar, y ver, contemplar y por fin<br />
traducir algún chispazo de tu resurrección, mas fuente de energí que la fusión<br />
atómica, energía total, de vida sin barreras espaciotemporales.<br />
Una sola chispa de esa vida, daría sentido a todo nuestro pueblo, a toda nuestra<br />
historia, a todas las familias de mi tiempo, que quieren conocer, iluminarse, y no<br />
llegan porque nadie se lo da.<br />
En este apostolado de contar de inmediato tu nueva creación, tu noticia al minuto,<br />
se necesita la entrega generosa de no tener a nadie mas que a ti, en esa parte alta de<br />
la mente del hombre, y a la vez tener a todo el mundo sin ti, en esa parte baja,<br />
pequeñita, íntima del corazón del hombre, que vive entre su tiempo y tu tiempo,<br />
entre su limitada experiencia y la tuya infinita.<br />
La síntesis de lo infinito en lo finito, de lo eterno en el tiempo, de lo inmortal en la<br />
muerte, de la gracia en la carne del pecado, es tu obra de sacerdote, y creo<br />
firmemente que la mía también.<br />
No me pediste grandes conocimientos, ni obras heroicas, pero sí me diste a conocer<br />
la síntesis que existe en tu persona y en tu obra. Y esa síntesis que trae la luz al<br />
hombre, la salvación eterna, debe ser adorada, atendida, entendida, proclamada,<br />
anunciada, porque esa síntesis en verdad eres tú mismo, Jesús de Nazaret,<br />
viviendo siempre aquí.<br />
Conocerte en dimensión de síntesis de todo lo que existe, en el cielo o en la tierra, y<br />
pacificador de todo, por medio de la sangre de tu cruz, es el mejor tesoro que podía<br />
soñar el hombvre, y me adhiero planamente al gran himno sobre tu persona que<br />
recoge la carta de S. Pablo a los Colosenses. Saberte como el 'Arje', el principio de<br />
todo y el final de todo, como el sostén de todo, es un camino largo que he<br />
comenzado a caminar, y que supone la dedicación plena, no solo de la mente sino<br />
de las fuerzas del espíritu.<br />
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23.- PREPOSICIONES