Decargar libro - Manuel Requena
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relato evangélico, la manifestación de la nueva naturaleza de perfección y plenitud.<br />
Es distinta la alegría del hombre por las cosas del hombre, que la alegría del<br />
hombre por las cosas de Dios. En todo el Evangelio de S. Juan, el gozo del Espíritu,<br />
la alegría, (“jara kai alezeia”) se vincula a la presencia viva de Jesús resucitado, en<br />
su mensaje, en la comunidad, en lo íntimo del corazón, de los que lo amaron en su<br />
vida física, y de los que creen después en El por su anuncio.<br />
PORQUE DESDE SU PLENITUD TODOS NOSOTROS NOS ELABORAMOS<br />
EN GRACIA SOBRE GRACIA.-<br />
OTI EX TOU PLEROMATOS AOTOU EMEIS PANTES ELABOMEN, KAI JARIN ANTI JARITOS.<br />
(o¤ti eµk tou^ plhrw½matoj auµtou^ h´meišj pa@ntej eµla@bomen kaiÁ xa@rin aµntiÁ xa@ritojÄ)<br />
Es, con parte del versículo siguiente, la síntesis del prólogo. ‘Todos nosotros’, los<br />
hermanos de su sangre, hemos recibido del pleroma de El, (no hace falta decir de<br />
quien) simplemente de El... del amado, de su fuente inagotable de hombre nuevo,<br />
del Hijo del Hombre, del hijo de Dios y del hombre como especie, representada por<br />
una joven virgen que vivió en Nazaret al comienzo de la historia de Jesús, y mejor<br />
aún que vive ya por siempre en el Principio de Jesús, en su arketipo , y eso le<br />
permite seguir engendrando todavía la vida del que no tiene tiempo, y está en el<br />
Principio de cada uno de nosotros, los que nacemos a cada instante de la Gracia.<br />
Del pleroma de El, desde su plenitud, todos nosotros, (se refiere a los que creemos<br />
en su nombre, a los que hemos nacido de Dios) nos vamos haciendo, nos<br />
elaboramos, nacemos y crecemos hasta llegar a ser tal como tenemos que ser. Es un<br />
hacerse luz en la Luz. “Elabomen” para mi, como lo usa Juan, no es solamente<br />
recibir, con mas o menos fortuna, la semilla del hombre nuevo, sino que es crecer<br />
libremente, fecundado por ella. Es pasar de la muerte a la vida, del no ser al ser, de<br />
la tiniebla a la luz, de la esclavitud evolutiva de mi cuerpo de carne, a “la libertad<br />
gloriosa de los hijos de Dios”.<br />
La plenitud de los tiempos, que viene de la plenitud que les trae a los tiempos y<br />
espacios la presencia del Verbo, se caracteriza precisamente porque de esa plenitud<br />
podemos participar los hombres. ¿Cómo participar en serio de la vida de plenitud<br />
de Jesús?, ¿cómo encontrarlo en este mar de ideas, de sentimientos, de<br />
provocaciones del medio externo que requieren mi atención inmediata? ¿Cómo<br />
elaborarme en su pleroma de libertad, cuando la tierra que tira de mí, terminará<br />
tragándome y devolviéndome a la cadena energética que florece en carne?<br />
Yo no puedo explicarlo sino por mi experiencia limitada, y quien más sepa, tenga<br />
la libertad y la caridad de corregirme y enseñarme.<br />
La experiencia liberadora del Verbo, es desde el principio, un regalo que viene<br />
cuando quiere, pero que llega todos los días. Solo hay que aprender a esperar,<br />
acechando su paso en un pensamiento, en un sentimiento, en una palabra o<br />
presencia de alguien, que escucharé de dentro a fuera si es un pobre, o de fuera<br />
hacia dentro si es un sabio, pero que dejará en mi ese poso de luz que llamamos