Decargar libro - Manuel Requena
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" 83"<br />
NOMBRE.-<br />
(OSOI DE ELABON AUTON, EDOKEN AUTOIS EXUSIAN TEKNA ZEOU GENESZAI, TOIS<br />
PISTEOUSIN EIS TO ONOMA AUTOU)<br />
1,12 o¤soi de` e¨labon auµto@n, e¨dwken auµtoišj eµcousi¿an te@kna qeou^ gene@sqai, toišj<br />
pisteu@ousin eij to` o¨noma auµtou^,<br />
“Elaborarse en el”, recibirlo, es una acción de crecer, un dinamismo, una nueva<br />
fuerza de gravedad, que atrae hacia la Palabra, como hacia un lugar sagrado, como<br />
a una nueva tierra, o un nuevo amor, que nos hace gravitar siempre hacia quien<br />
amamos, recordarlo, vivirlo, creerlo, conocerlo y pronunciar su nombre.<br />
Nacer en El, para S. Juan, es como recibirlo, como elaborarse, modelarse o<br />
trabajarse en El, como ser de los suyos de verdad, o ser de su misma naturaleza. Y<br />
la puerta está abierta para todos: Creer en su nombre. Tener el “poder o poderío”<br />
de los hijos de Dios, es el poder de creer en su nombre. Porque esa es la vida<br />
eterna.<br />
Es uno de los problemas prácticos más difíciles de resolver en todos los mundos<br />
religiosos, y no religiosos: el nombre como exorcismo o rito, para entrar a la<br />
presencia íntima de otra persona. “Creer en el nombre de alguien” o de algo, es<br />
reconocer en los circuitos mnemotécnicos de mis neuronas, la imagen de presencia<br />
que tengo de algo o de alguien, y apoyarme en ese re-conocimiento, para vivir con<br />
lo reconocido, para crear el estilo de actuación, para elaborarme con la persona o<br />
cosa, es decir para darme cuenta que de alguna forma estoy unido a ella, vivo con<br />
ella, y puedo relacionarme con ella. El ‘principio’ de la relación, es la palabra<br />
interior, que lo nombra en el recuerdo.<br />
En un sentido religioso profundo del misterio que Juan predica de Jesús, creer en<br />
su nombre, nombrarlo y sentir su presencia inmediata, es el acto religioso por<br />
excelencia. Es el auténtico culto a su ser Dios. En el Nombre de Jesús, es donde se<br />
da el nuevo culto al Padre, donde se inmolan los sacrificios que a El le gustan, en el<br />
que se hacen los milagros y se transforma el mundo. En el recuerdo permanente<br />
de su nombre, está la Vida eterna.<br />
Todo lo que va a seguir después del Prologo, es para conocer el nombre de Jesús: el<br />
nombre de Señor. Nombrarlo, es hacerlo presente en el lugar preciso, elegido por<br />
El mismo para vivir su historia de amor con cada uno de nosotros: La memoria<br />
viva de su nombre. Ese es, por ahora, el ‘lugar’ de la gloria y del encuentro con el<br />
Señor y Salvador. Recordar su presencia, es ya, de alguna forma misteriosa, su<br />
presencia. En el mayor misterio y entrega de amor que El mismo se inventó, para<br />
quedarse con nosotros “casi físicamente”, la Eucaristía, lo deja dicho como fórmula<br />
consagratoria: “.... haced esto en memoria mía”.<br />
Tener la memoria de Jesús vivo, y a Jesús vivo en la memoria afectiva y completa,<br />
es caminar por su camino, es ser hijo de Dios. Porque su recuerdo es activo, y<br />
transforma, y consagra, y armoniza, y pacifica, y deja el olor de su presencia: la<br />
alegría. En esa alegría, en esa ‘verdad y gracia’, se da la “Koinonia”: la comunión<br />
profunda con la Iglesia,’ en el cuerpo de gloria de su esposo. Tener memoria viva