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Decargar libro - Manuel Requena

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" 58"<br />

comunidad, de la Ciudad de Dios. Los sacrificios rituales, ofrendas y holocaustos,<br />

como expresión del culto común, tienen valor para nosotros hoy, por lo que<br />

significan como finalidad de la conversión, y del perdón de los pecados. No es solo<br />

la satisfacción personal de estar perdonados, e instalados en el amor de Dios, sino<br />

que ese favor personal, se traduce en reconstrucción de la Iglesia, de la comunidad.<br />

Nuestra conducta personal, nuestro pecado y nuestra gracia, influyen en la salud<br />

del grupo y de la Iglesia. Lo que construye es ciertamente la ‘bondad del Señor’,<br />

pero después de la experiencia personal de conversión, comunicada y celebrada en<br />

los entonces “sacrificios rituales de ofrendas y holocaustos”, en el altar<br />

embadurnado con sangre de novillos inmolados. No creo que se necesite explicar<br />

más de cerca la traducción clarísima que tiene el salmo a la vida de la Iglesia, en<br />

nuestra comunidad concreta de familia, parroquia, etc.<br />

En cuanto a la traducción al mundo conductual y práctico de la cultura de hoy, de<br />

los sacrificios rituales, que embadurnaban el altar con sangre de novillos, de<br />

machos cabríos, de ovejas y de vacas, yo he practicado una que propongo por si a<br />

alguien le sirviera.<br />

El Israel del salmista, está claro que era una sociedad agropecuaria, que tenía sus<br />

tesoros invertidos en ganados, y tierras productivas, Ofrecer a Dios, quemándolo<br />

incluso en su presencia, el fruto de lo que para ellos era como el sustento de su<br />

vida, suponía un acto de reconocimiento de la soberanía, además de un sacrificio<br />

real en la economía del donante.<br />

Obviamente yo no tengo ovejas, ni novillos, ni machos cabríos, pero sí tengo<br />

situaciones, sentimientos, estructuras mentales, amistades y círculos sociales etc.<br />

que dentro de mí se convierten hoy, en el sustento de mi estabilidad o<br />

inestabilidad emocional, de mi rapidez o mi tardanza en acercarme a Dios. Pues<br />

bien, he aprendido a ‘sacrificarle a Dios’ situaciones, sentimientos, pensamientos,<br />

incluso relaciones con personas, que me llevan al pecado, o al menos me retardan<br />

mucho la marcha en el camino, del encuentro con Dios en el alma limpia. Y lo<br />

hago, ‘realizo el sacrificio’, sobre el altar de Dios, que es ese lugar secreto de<br />

intenciones y de encuentro. Y a veces se hace necesario entrar a ese sacrificio hasta<br />

con el cuchillo en mano, y la guadaña, no dejando ‘títere con cabeza’.<br />

La sorpresa ha sido que cuando ‘sacrifico’ bien, se produce una pacificación<br />

interior casi inmediata. Es un proceso de catarsis reconocible por su éxito<br />

inmediato. A veces, como es obvio, el novillo o el toro no se deja sacrificar, y hay<br />

que usar de muleta y engaño, para que entren al trapo, hasta que está cuadrado, y<br />

entonces sin misericordia, le hundo la espada del olvido hasta la bola. Después,<br />

cuando ya esta vencido, lo presento al altar de mi esperanza, lo quemo y sigo<br />

caminando. Aunque parezca una contradicción, es también virtud divina no usar<br />

de misericordia con el que no tiene misericordia, con el que irremediablemente me<br />

aparta de Dios, y no me refiero a las personas, sino a mis propios inventos, y<br />

sentimientos.

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