Decargar libro - Manuel Requena

" 73"
Padre. Enséñame a conocerte en las palabras de hombre, de tu querido Apóstol, y a
traducirte en vida, con el mandato nuevo del amor, que será como la sangre de la vida
eterna de nuestro cuerpo en tu Reino. Ya sabes del amor que te pido, no solo amor del
nuestro, de hombres sin tu gracia, aunque sea precioso, y ya lo tengo, sino del que procede
del Padre y de ti, en vuestro ‘principio esencial,’ cuando juntos en vuestro siempre, en
vuestra eternidad, los tres os complacisteis en crearnos como morada vuestra.
Y LA PALABRA SE DIRIGE HACIA DIOS
KAI O LOGOS EN PROS TON ZEON
(kaiÁ o´ lo@goj h n pro`j to`n qeo@n)
Aunque llegara a encontrar dentro de mí, por cualquier técnica, lo que me
pareciera ser el arquetipo de mis cosas, podría no ser Jesús. Y eso es
desgraciadamente lo mas normal, lo que me pasa casi siempre, en cada día, porque
nos hemos ido llenando a través de siglos de cantidad de otros verbos que quieren
ser primeros, pero que desgraciadamente, no sirven sino para lo que son, para
expresar la acción y la pasión de mi genoma, o para dirigirme, atrayéndome hacia
esa pasión o acción que expresan, porque todavía no la conozco por experiencia, o
porque tal vez ya conozca y me atrae, pero que no son el Verbo que se dirige al
Padre.
La Buena Noticia, la original, es que el Verbo, que es el Principio, la Palabra
primera, protopalabra, se hace inconfundible porque se dirige hacia Dios, ”pros ton
Zeon”, hacia la Luz de la Vida. Es un verbo dinámico. Su acción es: “siendo hacia
Dios”. Siendo camino nuestro, hacia la Luz completa. Es el gerundio perfecto del
verbo ser. El Padre es el que hace ser todas las cosas, Yahvé. El Hijo ES también,
pero siendo hacia el Padre. Y en esa inercia enorme, que también Es, su Espíritu,
me lleva junto con los suyos, a su presente eterno, fin y principio al mismo tiempo.
Ésta definición de Jesús, como Palabra que se dirige hacia Dios, me ayuda a
identificarlo en mis pequeñas cosas, y a distinguirlo de todo lo demás.
Todo movimiento interno o externo, que me ponga en dirección a Dios, a la Luz, a
su conocimiento, a su alabanza.... es acción del Verbo, es el Verbo actuando en mí,
o soy yo verboseando, o verbosiendo. El movimiento que no me lleva a Dios,
aunque sea luminoso, agradable, creativo a primera vista, no es del Verbo, porque
el Verbo se dirige a Dios.
En conexión con la fe que proclama la Iglesia, y con otros muchos textos de la
escritura, surge la identificación del Verbo como persona que, engendrada
eternamente por el Padre en su misterio de amor, visto desde la creación, que no
tiene otro sentido que conocerlo a El, es un movimiento de vuelta hacia la Luz
eterna. Es un ‘boomerang’ creativo lanzado por el Padre. Es como si El Dios Trino,
al crear, hubiera lanzado al Verbo hacia un espacio infinito modelando las cosas en
el espacio y tiempo, con orden de volver al seno que lo engendra. Y que en el
centro mismo de su vuelta, de la historia de todo lo creado, encontró ya crecida a