Decargar libro - Manuel Requena
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Me llama la atención TU PAN de Eucaristía que ahora me estás dando todos los<br />
días. Ese es tu auténtico pan, y tu auténtico día, el de tu pueblo nuevo. El que<br />
terminaremos comiendo todos los hombres, si queremos seguir siendo hombres, o<br />
nos extinguiremos. Sin tu Pan no se puede vivir. Nosotros te presentamos lo que<br />
tenemos, y Tú lo conviertes por tu Palabra Sacerdotal en “nuestro pan”. El tuyo y<br />
el nuestro, el de la mesa de tu Reino, Tu hijo que lo es, Jesús de Nazaret. ¿Vistes lo<br />
que hizo? ¿No estaría un poco loco, como decía su gente?. ¡Ponerse entero no solo<br />
en las manos de los hombres, sino en su interior! Darse a sí mismo en alimento,<br />
pero por medio de otros.....! Es lo mas exotérico que haya oído nunca en ninguna<br />
religión, magia, budú o técnica de amor. ¡Hacerse energía del otro desde dentro!<br />
DE CADA DIA<br />
Me enseñas a matizar mis ansias. A suavizar las urgencias de mi hoy, de mi ya, de<br />
mi inmediatamente y para siempre, por un cada día, en el que tiene lugar el<br />
desarrollo de la esperanza, de las cosas poco a poco, hasta entender que lo<br />
importante no son las cosas, sino Tú. A cada día le basta con tu don para eso. El<br />
desarrollo diario de la vida que da tu alimento, nuestro pan, lo tienes dicho en<br />
otros sitios: ‘Bástele a cada día su afán’, y ahora también me lo repites, bástele a cada<br />
día su pan.<br />
Vivir día a día tu reino, es por otra parte, la técnica que tanto me cuesta. Yo quiero<br />
programar, saber, tener ya asegurado lo de mañana, y a ser posible, mantener lo<br />
de ayer. Tú no quieres eso, porque eres nuevo a cada instante, aunque seas<br />
siempre el mismo. Ya le enseñaste a tu pueblo en el desierto, que no podían<br />
guardar el alimento vital, el maná, de un día para otro, sino que cada uno, solo<br />
podía recoger para su necesidad, el alimento de cada día. Pero aún hoy, no hemos<br />
aprendido nada, o casi nada.<br />
Visto desde el desarrollo de la vida en el Espíritu, tus días son otra cosa. Nosotros<br />
vinculamos siempre “nuestros días” con el recorrido del sol físico sobre la tierra,<br />
pero “Tus Días”, en el Espíritu, dependen del Sol que nace de lo Alto, de sus brillos<br />
en mi, de sus luces, que me hacen crecer con su energía profunda. Como las<br />
plantas sintetizan la energía del sol, y la transmiten a todo lo que se dice vivo, así<br />
la planta de mi espíritu, crece y se alimenta de la Luz de tu Sol infinito, de tu Hijo,<br />
de su palabra, de su “carne y su sangre”, de su energía pura. Yo soy hombre,<br />
porque me has dado en el modo específico de ser, la posibilidad de sintetizar tu<br />
Luz. Y mi síntesis se resuelve en la energía del amor. “Tu Luz me hace VER la<br />
Luz”, como dice el salmo, y así entro en tu día.<br />
Cada movimiento, cada crecimiento de mi alma hacia ti, es mi cada día, y tiene su<br />
pan. Y me gusta tu pan, mi pan de cada día, de cada luz nueva que me pones. Es<br />
ese “cada día” tuyo en el que Jesús decía que había que obrar mientras luciera,