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Decargar libro - Manuel Requena

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" 47"<br />

mí, ciertamente significada por el bautismo y por la aspersión que realiza el<br />

sacerdote, no son sino un signo.<br />

Pero como no es una reflexión teológica lo que quiero escribir en este <strong>libro</strong>, sino<br />

hacer oración, quizás el auténtico rocío sea el que se expresa simplemente en la<br />

oración.<br />

........................<br />

Rocíame Padre con tu “rocío” de agua pura. Enséñame quien es tu Rocío, y tu<br />

Hisopo que contiene ese Rocío. Déjame empaparme en ellos.<br />

! Quien pudiera limpiarse con tu limpieza! ¡ Quien pudiera amarte con tu amor!<br />

Es doctrina y experiencia segura. Si llego a recibir el agua viva, de tu Hisopo vivo,<br />

quedaré limpio, y si me abro del todo y los recibo del todo, no volveré a estar<br />

sucio. Es más, se que Tú, para más garantía de curación, me puedes hacer hisopo<br />

tuyo, con agua tuya, para rociar tu gracia sobre mis hermanos: hablarles tu palabra<br />

a los que están destinados a escucharla a través de mí, si hubiera alguno, y a<br />

escucharla yo de quien tengo que oírla. Ese es nuestro secreto y nuestra relación de<br />

amor, ser fuente de tu vida hacia los hermanos, o caño de esa fuente, o a veces,<br />

poza donde se recoja el agua. Déjame ser al menos, alguna florecilla, o algún fruto<br />

maduro, que nazca a la vera de la corriente inmensa que forma tu rocío.<br />

LÁVAME, Y QUEDARE MÁS BLANCO QUE LA NIEVE<br />

Ya quisiera yo saber qué quieres decir con estar mas blanco que la nieve.<br />

Seguramente a ti te gusta el blanco de la nieve, o al menos le gustaba al salmista.<br />

¿O será mi estado definitivo, el estar mas blanco que la nieve, como los vestidos de<br />

tu Hijo cuando te transparentó de blancura en el Tabor, o los de los santos que lo<br />

acompañan por el reino?<br />

Para eso me tienes que lavar. Y bien que lo has hecho con la sangre del Cordero.<br />

Como dice Juan en el Apocalipsis, cuando el Angel le pregunta ¿Estos quienes son y<br />

de donde han venido? Y el no lo supo (como yo ahora). El Angel lo sacó de su<br />

ignorancia, y le dice “estos son los que han lavado sus vestiduras en la sangre del<br />

cordero”.<br />

Poco se figuraba el salmista con qué nos ibas a lavar, ni de qué modo! Si hubiera<br />

sospechado tanto dolor y tanta sangre necesaria para lavar a tanta gente, quizás ni<br />

te lo hubiera pedido. Pero ya que es así, yo también, desde mi pequeñez, lo acepto.<br />

Lávame como te dijo Pedro, no solo los pies sino todo entero. Déjame sumergirme<br />

en el mar inmenso de tu sangre, de tu misericordia, y reconcíliame ya eternamente<br />

contigo, de una vez! No me tengas mas en esta irreconciliación alternativa en la<br />

que vivo: un poco amigo y un mucho... no sé, porque tampoco es que sea enemigo<br />

tuyo, pero me siento a veces no reconciliado del todo. Te confieso cada día mi<br />

pecado, y tú lo perdonas, ¿esto no se acabará nunca? Lo que quiero Señor, es no<br />

pecar, y no por no acudir a tu misericordia, que me encanta, sino porque supone<br />

una suciedad de lo que tu has creado. Aunque pensándolo bien también has

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