Decargar libro - Manuel Requena
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" 62"<br />
Es un anticipo y fundamento del último versículo. No solo me admiro y te tuteo,<br />
sino que te reconozco como mi fundamento y fuente de vida, como mi Dios.<br />
Quizás lo que hemos perdido hoy día, en nuestra cultura científica, sea el sentido<br />
del fonema Dios, tan rico y polifacético en otros tiempos. Hoy, decir 'Tú eres mi<br />
Dios', no tiene quizás el sentido vinculante y vital que tenía en tiempos y cultura<br />
del salmista.<br />
Reconocer a alguien, o algo, como su Dios, era definitorio e identificativo del perfil<br />
individual, y de todo un pueblo, muy especialmente del pueblo de Israel, cuya<br />
identidad era ser 'el pueblo de Yahvé', el pueblo especial del Dios vivo.<br />
Reconocer a Dios como 'su Dios', es reconocerse miembro del Pueblo de Dios.<br />
El reconocimiento admirativo de la presencia, supone ya en sí mismo, 'madrugar'.<br />
Supone estar despierto, cuando llega la aurora de su día a nuestro espíritu. El<br />
estado de conciencia que se traduce en admiración ante la luz del alba, se concreta<br />
en el Salmo, no solo en ''madrugando', sino 'madrugando por ti'. No es solo mi<br />
experiencia la que importa, sino mi experiencia en relación a Dios. Lo importante<br />
no es madrugar, sino madrugar por El.<br />
Es el amor temprano, que casi en la somnolencia de la carne, siente la cercanía de<br />
la luz de su alba y se abraza a ella, y la experiencia de lo nuevo, todavía en luz<br />
suave, se convierte en criterio de todas las experiencias anteriores, que a partir de<br />
ahí, son ya las de la noche.<br />
'Madrugar por Dios', podría ser el resumen poético del estado de conciencia que se<br />
requiere para comenzar el camino hacia lo eterno, en la experiencia del Espíritu,<br />
cuando ya no haya noche, ni tarde siquiera, sino solo mañana, novedad infinita de<br />
su medio día eterno.<br />
'Madrugar por Dios' se convierte en el criterio conductual, que va a separar el día<br />
de la noche, el 'día de Dios', de la noche del mundo.<br />
El que madruga, en el contenido normal del término, es el que tiene ya conciencia<br />
de la venida del día, y deja de dormir para saludarlo, despierto y despejado, en los<br />
primeros signos de su luz.<br />
El que madruga por Dios, es el que tiene el sentido de la luz de su día que viene, y<br />
aún medio en sombras, sabe que pronto va a amanecer. Madrugar por Dios, es<br />
tener la seguridad en la inminencia del encuentro, que se realizará en la plenitud<br />
del nuevo día, pero que ya clarea en la conciencia de la noticia de la fe. Madrugar<br />
por Dios, es el ejercicio vivo de la Esperanza.<br />
MI CARNE TIENE ANSIA DE TI,<br />
COMO TIERRA RESECA, AGOSTADA, SIN AGUA.<br />
Ante la presencia de su Dios, como principio de la vida en el Espíritu, el salmista<br />
siente que toda su experiencia en la tierra se resquebraja como la tierra del desierto<br />
en agosto. Toda su saciedad del versículo anterior, se le convierte ahora en sed. Su<br />
experiencia de carne, la siente como ansia, como carencia que busca plenitud, como<br />
tendencia a la saciedad, que ya no puede encontrar en ninguna otra experiencia de