Decargar libro - Manuel Requena

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Vivir en la presencia del Señor, es la cumbre de la perfección en esta vida, y el
regalo definitivo de la otra. Pero para vivir en ese estado de conciencia de fe,
primero hay que entrar. Aquí el salmista nos invita a entrar, y nos dice cómo se
entra: dándole gracias, y aclamándolo con cantos. La llave y el conjuro de la entrada, es
la acción de gracias.
Nuestra forma de dar gracias, nuestra acción de gracias por excelencia, es la
Eucaristía. Así es como entramos en la presencia cercana de nuestra Roca
Salvadora, el Cristo de la fe.
Los cantos que aclaman, que dan vítores antes o después, son la forma de dar
gracias que ya gustaba al salmista, y que sigue siendo nuestra forma de expresión
cuando nos sabemos 'en presencia' de Dios.
Es quizás por eso que la música y el canto me llaman tanto la atención.
Personalmente, podía haberme dedicado toda la vida a la música litúrgica, y me
hubiera sentido con seguridad totalmente realizado. De hecho le he dedicado
mucho tiempo, y se lo sigo dedicando. Sentarme en el órgano, o con la guitarra, y
acompañar los cantos de los hermanos que dan gracias, tengo que confesar que es
un placer completísimo. Aclamar con cantos, parece que es aclamar doblemente en
un solo impulso. El canto tiene ese valor y ese poder de aclamación que
entusiasma, en el sentido cristiano de ‘entusiasmo’. Si la raíz ‘ZIV’, de donde viene
Teos, Deus, Dios etc, significa ‘luz que da vida’, en-tusiasmarse, es meterse en la luz,
como en-harinarse es cubrirse de harina, o en-caminarse es ponerse en camino.
Es así como nos invita el salmo a entrar ‘entusiasmados’ a la presencia del Señor,
dándole gracias y aclamándolo con cantos. Verdaderamente, aún en nuestros días
no conozco otra forma mejor, ni más completa de entrar y estar en su presencia,
que el canto litúrgico vivido en plenitud, en la comunidad. Incluso el servicio de
los pobres, o el perdón de las ofensas, o la limpieza del corazón, etc, no pueden
tener otro colofón mejor que la alabanza conjunta, con cantos a su nombre.
PORQUE EL SEÑOR ES UN DIOS GRANDE, SOBERANO DE TODOS LOS
DIOSES.
Todo lo demás que dice el salmo, son las razones positivas o negativas, los
estímulos y los castigos que tendrán los que entren a su presencia, y los que
oyendo la invitación, no quieran entrar.
La primera razón para entrar es que el Señor es un Dios grande, dueño y soberano
de todos los dioses. Sean cuales sean todos los otros dioses que quieren apoderarse
de nosotros. Cada vez que recito este salmo en la mañana, me pregunto cuales
serán para mí, hoy, otros dioses, otras luces que me saquen de su presencia, o no
me dejen entrar a ella. Y la verdad es que encuentro muchos de esos 'dioses' en mi
vida y en mi comportamiento. Menos mal que conozco al Señor de todos ellos, al