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gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

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para evitar que algún laboratorio <strong>de</strong>spistado protestara por el uso <strong>de</strong> su producto con<br />

propósitos inexplicables.<br />

La seg<strong>un</strong>da llamada <strong>de</strong>l mayordomo, varias semanas <strong>de</strong>spués, fue muy distinta. Beatriz<br />

tardó en i<strong>de</strong>ntificar la voz enrarecida por algún artificio. Pero el estilo era más bien<br />

paternal.<br />

-Recuer<strong>de</strong> lo que hablamos -dijo-. Usted no estuvo con doña Marina. Con nadie.<br />

-Tranquilo -dijo Beatriz, y colgó.<br />

Guido Parra, embriagado por el primer éxito <strong>de</strong> su diligencia, le an<strong>un</strong>ció a Villamizar que<br />

la liberación <strong>de</strong> Maruja era cuestión <strong>de</strong> <strong>un</strong>os tres días. Villamizar se lo transmitió a Maruja<br />

en <strong>un</strong>a rueda <strong>de</strong> prensa por radio y televisión. Por otra parte, los relatos <strong>de</strong> Beatriz sobre las<br />

condiciones <strong>de</strong>l cautiverio le dieron a Alexandra la seguridad <strong>de</strong> que sus mensajes llegaban<br />

a su <strong>de</strong>stino. Así que le hizo <strong>un</strong>a entrevista <strong>de</strong> media hora en la cual Beatriz contó todo lo<br />

que Maruja quería saber: cómo la habían liberado, cómo estaban los hijos, la casa, los<br />

amigos, y qué esperanzas <strong>de</strong> ser libre podía sustentar.<br />

A partir <strong>de</strong> entonces harían el programa con toda clase <strong>de</strong> <strong>de</strong>talles, con la ropa que se<br />

ponían, las cosas que compraban, las visitas que recibían. Alguien <strong>de</strong>cía: «Manuel ya<br />

preparó el pernil». Sólo para que Maruja se diera cuenta <strong>de</strong> que aún seguía intacto el or<strong>de</strong>n<br />

que ella había <strong>de</strong>jado en su casa. Todo esto, por frívolo que pudiera parecer, tenía <strong>un</strong><br />

sentido alentador para Maruja: la vida seguía,<br />

Sin embargo, los días pasaban y no se veían indicios <strong>de</strong> liberación. Guido Parra se enredaba<br />

en explicaciones vagas y pretextos pueriles; se negaba al teléfono; <strong>de</strong>sapareció. Villamizar<br />

lo llamó al or<strong>de</strong>n. Parra se extendió en preámbulos. Dijo que las cosas se habían<br />

complicado por el incremento <strong>de</strong> la masacre que la policía estaba haciendo en las com<strong>un</strong>as<br />

<strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín. Alegaba que mientras el gobierno no pusiera término a aquellos métodos<br />

salvajes era MUY difícil la liberación <strong>de</strong> nadie. Villamizar no lo <strong>de</strong>jó llegar al final.<br />

-Esto no hacía parte <strong>de</strong>l acuerdo -le dijo-. Todo se f<strong>un</strong>daba en que el <strong>de</strong>creto fuera explícito,<br />

y lo es. Es <strong>un</strong>a <strong>de</strong>uda <strong>de</strong> honor, y conmigo no se juega.<br />

-Usted no sabe lo jodido que es ser abogado <strong>de</strong> estos tipos -dijo Parra-. El problema mío no<br />

es que cobre o no cobre, sino que la cosa me sale bien o me matan. ¿Qué quiere que haga?<br />

-Aclaremos esto sin más paja -dijo Villamizar-. ¿Qué es lo que está pasando?<br />

-Que mientras la policía no pare la matanza y castiguen a los culpables no hay ning<strong>un</strong>a<br />

posibilidad <strong>de</strong> que suelten a doña Maruja. Ésa es la vaina.<br />

Ciego <strong>de</strong> furia, Villamizar se <strong>de</strong>sató en improperios contra Escobar, y concluyó:<br />

-Y usted piérdase, porque el que lo va a matar a usted soy yo.<br />

Guido Parra <strong>de</strong>sapareció. No sólo por la reacción violenta <strong>de</strong> Villamizar, sino también por<br />

la <strong>de</strong> Pablo Escobar, que al parecer no le perdonó el haberse excedido en sus po<strong>de</strong>res <strong>de</strong><br />

negociador. Esto pudo apreciarlo Hernando Santos por el pavor con que Guido Parra lo<br />

llamó por teléfono para <strong>de</strong>cirle que tenía para él <strong>un</strong>a carta tan terrible <strong>de</strong> Escobar que ni<br />

siquiera se atrevía a leérsela.<br />

-Ese hombre está loco -le dijo-. No lo calma nadie, y a mí no me queda más remedio que<br />

borrarme <strong>de</strong>l m<strong>un</strong>do.

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