30.04.2013 Views

gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

mesura -ha dicho Nydia-. Pero <strong>un</strong>o sabía que por <strong>de</strong>ntro estaba muriéndose <strong>de</strong> dolor.» Esa<br />

certidumbre, en lugar <strong>de</strong> aliviarla, le aumentaba la angustia. Fue entonces cuando tomó la<br />

<strong>de</strong>terminación <strong>de</strong> escribirle al presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la república <strong>un</strong>a carta privada «que lo motivara<br />

a moverse en lo que él sabía que era necesario».<br />

El doctor Gustavo Balcázar, preocupado por la postración <strong>de</strong> su esposa Nydia, la convenció<br />

el 24 <strong>de</strong> enero <strong>de</strong> que se fueran <strong>un</strong>os días a su casa <strong>de</strong> Tabio -a <strong>un</strong>a hora <strong>de</strong> carretera en la<br />

sabana <strong>de</strong> Bogotá- para buscarle <strong>un</strong> alivio a su angustia. No había vuelto allá <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

<strong>secuestro</strong> <strong>de</strong> la hija, así que se llevó su Virgen <strong>de</strong> bulto y dos velones para quince días cada<br />

<strong>un</strong>o, y todo lo que pudiera hacerle falta para no <strong>de</strong>sconectarse <strong>de</strong> la realidad. Pasó <strong>un</strong>a<br />

noche interminable en la soledad helada <strong>de</strong> la sabana, pidiéndole <strong>de</strong> rodillas a la Virgen que<br />

protegiera a Diana con <strong>un</strong>a campana <strong>de</strong> cristal invulnerable para que nadie le faltara el<br />

respeto, para que no sintiera miedo, para que rebotaran las balas. A las cinco <strong>de</strong> la mañana,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>un</strong> sueño breve y azaroso, empezó a escribir en la mesa <strong>de</strong>l comedor la carta <strong>de</strong><br />

su alma para el presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> la república. El amanecer la sorprendió garrapateando i<strong>de</strong>as<br />

fugitivas, llorando, rompiendo borradores sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> llorar, sacándolos en limpio en <strong>un</strong><br />

mar <strong>de</strong> lágrimas.<br />

Al contrario <strong>de</strong> lo que ella misma había previsto, estaba escribiendo su carta más juiciosa y<br />

drástica. «No pretendo hacer <strong>un</strong> documento público -empezó-. Quiero llegar al presi<strong>de</strong>nte<br />

<strong>de</strong> mi país y, con el respeto que me merece, hacerle <strong>un</strong>as comedidas reflexiones y <strong>un</strong>a<br />

angustiada y razonable súplica.» A pesar <strong>de</strong> la reiterada promesa presi<strong>de</strong>ncial <strong>de</strong> que n<strong>un</strong>ca<br />

se intentaría <strong>un</strong> operativo armado para liberar a Diana, Nydia <strong>de</strong>jó la constancia escrita <strong>de</strong><br />

<strong>un</strong>a súplica premonitoria: «Lo sabe el país y lo saben uste<strong>de</strong>s, que si en <strong>un</strong>o <strong>de</strong> esos<br />

allanamientos tropiezan con los secuestrados se podría producir <strong>un</strong>a horrible tragedia».<br />

Convencida <strong>de</strong> que los escollos <strong>de</strong>l seg<strong>un</strong>do <strong>de</strong>creto habían interrumpido el proceso <strong>de</strong><br />

liberaciones iniciado por los Extraditables antes <strong>de</strong> Navidad, Nydia alertó al presi<strong>de</strong>nte con<br />

<strong>un</strong> temor nuevo y lúcido: si el gobierno no tomaba alg<strong>un</strong>a <strong>de</strong>terminación inmediata para<br />

remover esos escollos, los rehenes corrían el riesgo <strong>de</strong> que el tema quedara en manos <strong>de</strong> la<br />

Asamblea Constituyente. «Esto haría que la zozobra y la angustia, que no sólo pa<strong>de</strong>cemos<br />

los familiares sino el país entero, se prolongara por interminables meses más», escribió. Y<br />

concluyó con <strong>un</strong>a reverencia elegante: «Por mis convicciones, por el respeto que le profeso<br />

como Primer Magistrado <strong>de</strong> la Nación, sería incapaz <strong>de</strong> sugerirle alg<strong>un</strong>a iniciativa <strong>de</strong> mi<br />

propia cosecha, pero sí me siento inclinada a suplicarle que en <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong> <strong>un</strong>as vidas<br />

inocentes no <strong>de</strong>sestime el peligro que representa el factor tiempo». Una vez terminada y<br />

transcrita con buena letra, fueron dos hojas y <strong>un</strong> cuarto <strong>de</strong> tamaño oficio. Nydia <strong>de</strong>jó <strong>un</strong><br />

mensaje en la secretaría privada <strong>de</strong> la presi<strong>de</strong>ncia para que le indicara dón<strong>de</strong> <strong>de</strong>bía<br />

mandarlas.<br />

Esa misma mañana se precipitó la tormenta con la <strong>noticia</strong> <strong>de</strong> que habían sido muertos los<br />

cabecillas <strong>de</strong> la banda <strong>de</strong> los Priscos: los hermanos David Ricardo y Armando Alberto<br />

Prisco Lopera, acusados <strong>de</strong> los siete magnicidios <strong>de</strong> aquellos años, y <strong>de</strong> ser los cerebros <strong>de</strong><br />

los <strong>secuestro</strong>s, entre ellos el <strong>de</strong> Diana Turbay y su equipo. Uno había muerto con la falsa<br />

i<strong>de</strong>ntidad <strong>de</strong> Francisco Muñoz Serna, pero cuando Azucena Liévano vio la foto en los<br />

periódicos reconoció en él a Don Pacho, el hombre que se ocupaba <strong>de</strong> Diana y <strong>de</strong> ella<br />

durante el cautiverio. Su muerte, y la <strong>de</strong> su hermano, justo en aquellos momentos <strong>de</strong><br />

confusión, fueron <strong>un</strong>a pérdida irreparable para Escobar, y no tardaría en hacerlo saber con<br />

hechos.<br />

Los Extraditables dijeron en <strong>un</strong> com<strong>un</strong>icado amenazante que David Ricardo no había sido<br />

muerto en combate, sino acribillado por la policía <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> sus pequeños hijos y <strong>de</strong> la

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!