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dieciséis kilos. Le <strong>de</strong>volvieron el equipo <strong>de</strong> fotografía y el maletín con sus libretas <strong>de</strong><br />

ap<strong>un</strong>tes escondidas en el forro, y le pagaron los cincuenta mil pesos <strong>de</strong>l parto y otros quince<br />

mil que les había prestado antes para reponer la plata que se robaban <strong>de</strong>l mercado. Le<br />

ofrecieron mucho más, pero lo único que él les pidió fue que le consiguieran <strong>un</strong>a entrevista<br />

con Pablo Escobar. N<strong>un</strong>ca le contestaron.<br />

La pandilla que lo acompañó en los últimos días lo sacó <strong>de</strong> la casa en <strong>un</strong> automóvil<br />

particular, y al cabo <strong>de</strong> muchas vueltas para <strong>de</strong>spistar por los mejores barrios <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín lo<br />

<strong>de</strong>jaron con su equipaje a cuestas a media cuadra <strong>de</strong>l periódico El Colombíano, con <strong>un</strong><br />

com<strong>un</strong>icado en el cual los Extradítables hacían <strong>un</strong> reconocimiento a su lucha por la <strong>de</strong>fensa<br />

<strong>de</strong> los <strong>de</strong>rechos humanos en Colombia y en varios países <strong>de</strong> América Latina, y reiteraban la<br />

<strong>de</strong>terminación <strong>de</strong> acogerse a la política <strong>de</strong> sometimiento sin más condiciones que las<br />

garantías judiciales <strong>de</strong> seguridad para ellos y sus familias - Periodista hasta el final, Hero<br />

Buss le dio su cámara al primer peatón que pasó y le pidió que le hiciera la foto <strong>de</strong> la<br />

liberación.<br />

Diana y Azucena se enteraron por la radio, y sus guardianes les dijeron que serían las<br />

próximas. Pero se lo habían dicho tanto que ya no lo creían. En previsión <strong>de</strong> que fuera<br />

liberada sólo <strong>un</strong>a, cada <strong>un</strong>a escribió <strong>un</strong>a carta para sus familias para mandarla con la que<br />

saliera. Nada ocurrió para ellas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces, nada volvieron a saber hasta dos días<br />

<strong>de</strong>spués -al amanecer <strong>de</strong>l 13 <strong>de</strong> diciembre cuando Diana fue <strong>de</strong>spertada por susurros y<br />

movimientos raros en la casa. El pálpito <strong>de</strong> que iban a liberarlas la hizo saltar <strong>de</strong> la cama.<br />

Alertó a Azucena, y antes <strong>de</strong> que nadie les an<strong>un</strong>ciara nada empezaron a preparar el<br />

equipaje.<br />

Tanto Diana en su diario, como Azucena en el suyo, contaron aquel instante dramático.<br />

Diana estaba en la ducha cuando <strong>un</strong>o <strong>de</strong> los guardianes le an<strong>un</strong>ció a Azucena sin ning<strong>un</strong>a<br />

ceremonia que se alistara para irse. Sólo ella. En el libro que publicaría poco <strong>de</strong>spués,<br />

Azucena lo relató con <strong>un</strong>a sencillez admirable.<br />

«Me fui al cuarto y me puse la muda <strong>de</strong> regreso que tenía lista en la silla mientras doña<br />

Diana continuaba en el baño. Cuando salió y me vio, se paró, me miró, y me dijo:<br />

-¿Nos vamos, Azu?<br />

»Los ojos le brillaban y esperaban <strong>un</strong>a respuesta ansiosa. Yo no podía <strong>de</strong>cirle nada. Agaché<br />

la cabeza, respiré prof<strong>un</strong>do y dije:<br />

-No. Me voy yo sola.<br />

-Cuánto me alegro -dijo Diana-. Yo sabía que iba a ser así.»<br />

Diana anotó en su diario: «Sentí <strong>un</strong>a p<strong>un</strong>zada en el corazón, pero le dije que me alegraba<br />

por ella, que se fuera tranquila». Le entregó a Azucena la carta para Nydia que había escrito<br />

a tiempo para el caso <strong>de</strong> que no la liberaran a ella. En esa carta le pedía que celebrara la<br />

Navidad con sus hijos. Como Azucena lloraba, la abrazó para sosegarla. Luego la<br />

acompañó hasta el automóvil y allí se abrazaron otra vez. Azucena se volvió a mirarla a<br />

través <strong>de</strong>l cristal, y Diana le dijo adiós con la mano.<br />

Una hora <strong>de</strong>spués, en el automóvil que la llevaba al aeropuerto <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín para volar a<br />

Bogotá, Azucena oyó que <strong>un</strong> periodista <strong>de</strong> radio le preg<strong>un</strong>taba a su esposo qué estaba<br />

haciendo cuando conoció la <strong>noticia</strong> <strong>de</strong> la liberación. Él contestó la verdad:<br />

-Estaba escribiendo <strong>un</strong> poema para Azucena.

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