30.04.2013 Views

gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

gabriel-garcc3ada-mc3a1rquez-noticia-de-un-secuestro

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

En cambio, los tres hermanos Ochoa se acogieron <strong>de</strong> inmediato a la opción <strong>de</strong>l<br />

sometimiento. Esto se interpretó como <strong>un</strong>a fisura en la cúspi<strong>de</strong> <strong>de</strong>l cartel. A<strong>un</strong>que, en<br />

realidad, el proceso <strong>de</strong> su entrega había empezado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el primer <strong>de</strong>creto, en setiembre,<br />

cuando <strong>un</strong> conocido senador antioqueño le pidió a Rafael Pardo recibir a <strong>un</strong>a persona que<br />

no i<strong>de</strong>ntificó <strong>de</strong> antemano. Era Martha Nieves Ochoa, quien inició con ese paso audaz los<br />

trámites para la entrega <strong>de</strong> sus tres hermanos con intervalos <strong>de</strong> <strong>un</strong> mes. Así sería. Fabio, el<br />

menor, se entregó el 18 <strong>de</strong> diciembre; el 15 <strong>de</strong> enero, cuando menos parecía posible, se<br />

entregó Jorge Luis, y el 16 <strong>de</strong> febrero se entregaría Juan David. Cinco años <strong>de</strong>spués, <strong>un</strong><br />

grupo <strong>de</strong> periodistas norteamericanos le hicieron la preg<strong>un</strong>ta a Jorge Luis en la cárcel y su<br />

respuesta fue terminante: «Nos entregamos para salvar el pellejo». Reconoció que <strong>de</strong>trás<br />

estaba la presión irresistible <strong>de</strong> las mujeres <strong>de</strong> su familia, que no tuvieron paz hasta que los<br />

pusieron a salvo en la cárcel blindada <strong>de</strong> Itagüí, <strong>un</strong> suburbio industrial <strong>de</strong> Me<strong>de</strong>llín. Fue <strong>un</strong><br />

acto familiar <strong>de</strong> confianza en el gobierno, que todavía en aquel momento había podido<br />

extraditarlos <strong>de</strong> por vida a los Estados Unidos.<br />

Doña Nydia Quintero, siempre atenta a sus presagios, no menospreció la importancia <strong>de</strong>l<br />

sometimiento <strong>de</strong> los Ochoa. Apenas tres días <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la entrega <strong>de</strong> Fabio fue a verlo a la<br />

cárcel, con su hija María Victoria y su nieta María Carolina, la hija <strong>de</strong> Diana. En la casa<br />

don<strong>de</strong> se alojaba la habían recogido cinco miembros <strong>de</strong> la familia Ochoa, fieles al protocolo<br />

tribal <strong>de</strong> los paisas: la madre, Martha Nieves y otra hermana, y dos varones jóvenes. La<br />

llevaron a la cárcel <strong>de</strong> Itagüí, <strong>un</strong> edificio acorazado, al fondo <strong>de</strong> <strong>un</strong>a callecita cuesta arriba,<br />

adornada ya con las guirnaldas <strong>de</strong> papel <strong>de</strong> colores <strong>de</strong> la Navidad.<br />

En la celda <strong>de</strong> la cárcel, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> Fabio el joven, las esperaba el padre, Don Fabio Ochoa,<br />

<strong>un</strong> patriarca <strong>de</strong> ciento cincuenta kilos con facciones <strong>de</strong> niño a los setenta años, criador <strong>de</strong><br />

caballos colombianos <strong>de</strong> paso fino, y guía espiritual <strong>de</strong> <strong>un</strong>a vasta familia <strong>de</strong> hombres<br />

intrépidos y mujeres <strong>de</strong> riendas firmes. Le gustaba presidir las visitas <strong>de</strong> la familia sentado<br />

en <strong>un</strong> sillón tronal, el eterno<br />

sombrero <strong>de</strong> caballista, y <strong>un</strong> talante ceremonioso que iba bien a su habla lenta y arrastrada,<br />

y a su sabiduría popular. A su lado estaba el hijo, que es vivaz y dicharachero, pero que<br />

apenas si interpuso <strong>un</strong>a palabra aquel día mientras hablaba su padre.<br />

Don Fabio hizo en primer lugar <strong>un</strong> elogio <strong>de</strong> la valentía con que Nydia removía cielo y<br />

tierra por salvar a Diana. La posibilidad <strong>de</strong> ayudarla con Pablo Escobar la formuló con <strong>un</strong>a<br />

retórica magistral: haría con el mayor gusto lo que pudiera hacer, pero no creía que pudiera<br />

hacer algo. Al final <strong>de</strong> la visita, Fabio el joven le pidió a Nydia el favor <strong>de</strong> explicarle al<br />

presi<strong>de</strong>nte la importancia <strong>de</strong> aumentar el plazo <strong>de</strong> la entrega en el <strong>de</strong>creto <strong>de</strong> sometimiento.<br />

Nydia le explicó que ella no podía hacerlo, pero ellos sí, con <strong>un</strong>a carta a las autorida<strong>de</strong>s<br />

competentes. Era su manera <strong>de</strong> no permitir que la usaran como reca<strong>de</strong>ra ante el presi<strong>de</strong>nte.<br />

Fabio el joven lo comprendió, y se <strong>de</strong>spidió <strong>de</strong> ella con <strong>un</strong>a frase reconfortante: «Mientras<br />

haya vida hay esperanza».<br />

Al regreso <strong>de</strong> Nydia a Bogotá, Azucena le entregó la carta <strong>de</strong> Diana en la cual le pedía que<br />

celebrara la Navidad con sus hijos, y Hero Buss la urgió por teléfono <strong>de</strong> ir a Cartagena para<br />

<strong>un</strong>a conversación personal. El buen estado físico y moral en que encontró al alemán<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> tres meses <strong>de</strong> cautiverio tranquilizó <strong>un</strong> poco a Nydia sobre la salud <strong>de</strong> su hija.<br />

Hero Buss no veía a Diana <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la primera semana <strong>de</strong>l <strong>secuestro</strong>, pero entre los guardianes<br />

y la gente <strong>de</strong> servicio había <strong>un</strong> intercambio constante <strong>de</strong> <strong>noticia</strong>s que se filtraban a los<br />

rehenes, y sabía que Diana estaba bien. Su único riesgo grave y siempre inminente era el <strong>de</strong><br />

<strong>un</strong> rescate armado. «Usted no se imagina lo que es el peligro constante <strong>de</strong> que lo maten a

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!